Como muchos países en el mundo, Panamá experimenta un positivo retroceso en casos de contagios y decesos a causa de la covid-19. Por otro lado, crece una tormenta, derivada de la pandemia, que puede ser tan mortal como la misma enfermedad. Se trata del impacto económico, ahora agravado por la crisis logística y el encarecimiento de los artículos de consumo esenciales y opcionales.
En muchas partes del globo se experimentan reclamos y protestas ciudadanas por la carestía, sin que los gobiernos demuestren capacidad de acción para contrarrestar esto.
Lo mismo ocurre en Panamá, donde ante la escalada de aumentos de precios que experimentan los ciudadanos, nuestras autoridades han sido incapaces de plantear estrategias para minimizar el impacto. Todo lo contrario, se pide paciencia y resignación a la población, que le toca ver como a la Asamblea Nacional, por ejemplo, se le aumenta el presupuesto. Son esas desconexiones las que irán incrementando el malestar ciudadano que se sigue acumulando como olla de presión, con la probabilidad de explotar.