El veterano Joe Biden, un exvicepresidente cuya vida ha estado marcada por la tragedia, decidió lanzarse para conquistar su viejo anhelo de ser presidente de Estados Unidos, una apuesta que puede ser lastrada por polémicas recientes sobre sus gestos inapropiados con mujeres y otras antiguas querellas.
Como estaba previsto, Biden oficializó el jueves su candidatura a la Casa Blanca, en nombre de los “valores fundamentales” de Estados Unidos.
Vicepresidente del gobierno de Barack Obama y actualmente a la cabeza de las encuestas, Biden se tomó su tiempo antes de decidir si se lanzaba, mientras un nutrido grupo de candidatos se conformaba para competir por la nominación de los demócratas para las presidenciales de 2020.
Con un talante franco y una sonrisa amplia, para muchos Biden tiene el gusto tranquilizador de los tiempos en que Estados Unidos vivía en la era de “la esperanza” cuando el país eligió en 2008 al primer presidente negro, en contraste con la división actual con el gobierno del republicano Donald Trump.
Pero tras una larga y fecunda carrera política, a sus 76 años, fue el propio Biden que reconoció que su edad generaba preguntas “legítimas”.
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Desde entonces, varias controversias han reforzado una idea de que podría ser un político del pasado.
Varias mujeres lo han acusado de haber tenido gestos inapropiados en actos públicos.
Biden reconoció que es asiduo al contacto físico pero afirmó que entendía que los tiempos habían cambiado las normas sociales, sobre todo después del nacimiento del movimiento contra el acoso MeToo.
Por eso prometió que prestaría más atención, pero nunca se disculpó y rápidamente hizo bromas sobre la cuestión, un gesto interpretado por muchos como un signo de una desconexión con la gente característica de otra época. Biden comenzó su carrera política en 1973 a los 29 años cuando fue elegido para el Senado.
En las imágenes de archivo se ve dando apretones de mano, besando a bebés y estrechando a las orgullosas madres de los niños.
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Una proxémica que mantuvo cuando fue vicepresidente entre 2009 y 2017. Pero hay otros capítulos de su pasado político que también generan dudas.
En 1986 en su primer intento por la candidatura presidencial demócrata tuvo que retirarse cuando fue descubierto plagiando los discursos.
Refugiado en el Senado, buscó forjarse una nueva reputación, pero sus decisiones como legislador desde entonces también pueden proyectar sombras en la carrera presidencial.
En 1991 fue quien presidió la audiencia en el Senado en la que la abogada negra Anita Hill acusó al entonces candidato a magistrado de la Corte Suprema, Clarence Thomas, de acoso sexual.
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Sobre este capítulo muy polémico de la historia de Estados Unidos, recientemente Biden admitió que no creó las condiciones que la mujer “merecía”, haciendo a Hill testificar en una audiencia inquisidora, ante un panel compuesto exclusivamente por hombres blancos.
En 1994 defendió con contundencia una ley contra el crimen que llenó las prisiones de Estados Unidos.
Esta legislación que apuntaba contra los adictos al “crack” golpeó con fuerza a la población negra. Recientemente Biden reconoció que fue una equivocación.
En 2003 se declaró a favor de la invasión de Irak, aunque después reconoció sus críticas sobre cómo se gestionó el conflicto luego de que Sadam Hussein fue derrocado.
En 2008, volvió a buscar la nominación presidencial pero nuevamente fracasó ante la estrella en ascenso Barack Obama, quien finalmente lo eligió como segundo a bordo.
Biden le aportó al joven político abanderado del cambio la experiencia que carecía. También le abrió las puertas del electorado de obreros blancos, con quien se siente muy a gusto.
El veterano político se puede enorgullecer de no haber sido un vicepresidente florero, ya que Obama le confió el delicado tema de Irak en 2009, las relaciones con Centroamérica y otras iniciativas centrales como el presupuesto o el asunto de las armas de fuego.
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La altura de su cargo frecuentemente chocó con su discurso relajado, que a veces lo llevó a cometer errores. Como cuando en 2007, queriendo alabar a Obama, dijo que era el primer candidato negro “brillante, limpio y con el don de la articulación”.
Pero su franqueza también forma parte de su mito -y de su popularidad entre los demócratas- incluyendo dentro del electorado negro.
Si logra hacerse la nominación, los debates presidenciales con Trump prometen. Joseph Robinette Biden nació el 20 de noviembre de 1942 en la localidad obrera de Scranton, en Pensilvania.
En 1972, poco después de ser elegido para el Senado por el estado de Delaware su mujer Neilia y su hija Naomi, de un año, murieron en un accidente de tráfico.
Aún así Biden decidió asumir sus funciones en Washington, mientras se ocupaba de sus otros dos hijos que resultaron heridos en el accidente.
En 1977 se volvió a casar y tuvo una hija. En mayo de 2015 su hijo Beau, de 46 años, murió de cáncer. Muy afectado por la pérdida, Biden sopesó lanzarse en la carrera presidencial en 2016 pero finalmente se abstuvo.