Un nuevo misterio se añade al origen del coronavirus, que se ha convertido en un motivo de bronca política entre China y Estados Unidos y del que todavía no se sabe ni cómo ni dónde surgió.
Mientras los científicos insisten en su origen natural y Trump sospecha del superlaboratorio P4 de virus en Wuhan, un nuevo estudio británico aporta otra teoría. A tenor de un equipo de investigadores de la Universidad de Cambridge, el coronavirus no se habría originado en Wuhan, la ciudad donde estalló su epidemia en enero, sino al sur de China entre el 13 de septiembre y el 7 de diciembre.
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Para hacer este cálculo se han basado en un algoritmo que rastrea el movimiento global de los organismos a través de la mutación de su genes, analizando 1.001 secuencias completas del virus procedentes de todo el mundo.
Presentado en la revista «Proceedings of the National Academy of Sciences» (PNAS), analiza la evolución del coronavirus Sars-CoV-2 comparándolo con el del murciélago del que procede, con el que coincide en un 96 por ciento.
Dicha especie de murciélago fue localizada en 2013 en las cuevas de la provincia sureña de Yunnan, pero el nuevo coronavirus presenta cientos de mutaciones con respecto al suyo. Como los coronavirus suelen mutar cada mes, dichas alteraciones genéticas sugieren que el Sars-CoV-2 puede haber estado evolucionando de forma secreta durante años hasta volverse muy infeccioso para los humanos.
«El virus puede haber mutado en su final ˝eficiencia humana˝ hace meses, pero se quedó dentro de un murciélago, otro animal o incluso personas durante un tiempo sin infectar a otros», explica el genetista de Cambridge Peter Forster, según recoge el periódico «South China Morning Post». En su opinión, «después empezó a contagiar y a transmitirse entre humanos entre el 13 de septiembre y el 7 de diciembre».
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En el estudio, que todavía no ha sido revisado externamente, han partiticipado diversos organismos como el Instituto de Genética Forense de Munster, en Alemania. Pero, para seguir el rastro hasta el «paciente cero» con este mapa genético, sus investigadores necesitan la ayuda de los científicos chinos.
No parece demasiado probable que la consigan por las disputas de Pekín con otros países y porque el régimen ha reforzado los controles sobre sus estudios, especialmente acerca de los orígenes del coronavirus.
Junto a dicha investigación, otra del Laboratorio Nacional de Los Alamos, en EE.UU., calcula que el coronavirus podría ser el doble de contagioso de lo que se pensaba. Si antes el grado de infección se estimaba entre dos y tres personas, este estudio lo eleva hasta 5,7. En buena parte se debería a los enfermos asintomáticos, que, sin saberlo, podrían llevar a cabo un 20 por ciento de los contagios.
Estos estudios arrojan luz sobre el coronavirus, del que todavía se sabe muy poco, y destapan algunas incongruencias de las cifras oficiales de China, de las que se sospecha que han sido «adelgazadas».
A tenor de otro estudio, este de la Universidad de Hong Kong, el número de contagiados varía según se escoja uno u otro de los siete planes de diagnóstico y recuento utilizados por las autoridades.
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La diferencia puede ser de casi cinco veces y oscilar entre 55.000 y 232.000 casos, mientras que la cifra oficial se sitúa ahora en más de 83.000 infectados y 4.630 víctimas mortales.
Con información de ABC