La astucia de Dylan Rockwell, de 32 años, no fue suficiente para engañar a la justicia. Su método de robo parecía ingenioso: un anillo con un código de barras de una lata de sopa de tomate, con el que lograba pagar productos costosos a precios irrisorios en Walmart.
Sin embargo, su última jugada lo llevó a la cárcel. El pasado 2 de febrero, intentó pagar una parrilla de $300 por solo $1.26, pero fue descubierto. La policía recibió un aviso sobre el robo en curso y rastreó su vehículo hasta su domicilio, donde fue arrestado.
Durante su interrogatorio, Rockwell confesó haber repetido este fraude en varias ocasiones. Su próxima audiencia está programada para el 13 de febrero, y enfrenta cargos por robo grave y hurto menor, con una fianza fijada en $25,000.
El caso expone una debilidad en los sistemas de autopago, que permiten a los clientes escanear sus productos sin supervisión. Ahora, Walmart y otras tiendas deberán reforzar sus controles para evitar que nuevos Rockwell intenten repetir la hazaña.
Lo que parecía un truco brillante terminó con una dura lección: los fraudes, por creativos que sean, siempre tienen consecuencias.