La capital de Vanuatu, Port Vila, se enfrenta a una crisis severa tras un terremoto de magnitud 7,3 que ocurrió el martes. Este desastre natural ha dejado al menos 14 muertos y más de 200 heridos, aunque se teme que estas cifras aumenten a medida que continúan las labores de rescate y se descubren más víctimas atrapadas bajo los escombros.
El terremoto, que tuvo su epicentro a 30 kilómetros al oeste de la capital y a una profundidad de 57 kilómetros, causó la destrucción de dos grandes embalses, lo que ha dejado a la ciudad sin suministro de agua potable. Los residentes están haciendo largas colas para comprar agua en tiendas, pero las restricciones limitan la compra a solo unas pocas botellas por persona. UNICEF ha registrado un aumento en los casos de diarrea entre los niños, lo que indica que algunos han comenzado a consumir agua contaminada.
Las autoridades han declarado el estado de emergencia para facilitar la respuesta al desastre y coordinar la ayuda. Se estima que alrededor de 116 mil personas han sido afectadas por el sismo, y muchas áreas aún carecen de electricidad y telecomunicaciones debido a los daños en la infraestructura. El principal hospital de la capital ha sufrido graves daños, lo que ha llevado a la reubicación de pacientes a un campamento militar.
Las operaciones de rescate continúan con dificultad debido a los escombros y las malas condiciones climáticas. Algunos edificios importantes, incluida una instalación que alberga varias embajadas, han sido severamente dañados.
La comunidad internacional ya ha comenzado a enviar ayuda humanitaria, incluyendo aviones militares desde Australia y Nueva Zelanda.