LUIS ACOSTAAerial view of La Penita indigenous village, Darien province, Panama, on May 23, 2019. - Migrants mainly from Haiti, Cuba, Democratic Republic of Congo, India, Cameroon, Bangladesh and Angola cross the border between Colombia and Panama through the Darien Gap on their way to the United States. They escape poverty, political prosecution or lack of opportunities in their countries. Some of them die in the journey while others report thefts and violations. They arrive in Panama undernourished, dehydrated, sometimes without money and harassed by human traffickers. (Photo by Luis ACOSTA / AFP)
Unas mil 500 personas están hacinados en La Peñita, provincia de Darién, luego de atravesar la inmensa selva entre territorio panameño y colombiano. De acuerdo a la agencia de noticias AFP, hay alrededor de 250 niños en esta travesía de migrantes que buscan llegar a los Estados Unidos.
Actualmente este grupo de personas están en la Estación Temporal de Asistencia Humanitaria (ETAH) instalada en este poblado de rudimentarias casas de madera y techo de paja, donde reciben asistencia médica.
Bienvenido Velasco-FOTOENSAYO- PA1053. PEÑITA (PANAMÁ), 27/05/2019.- Una migrante juega con su hijo el pasado 21 de mayo 2019, en una estación temporal de ayuda humanitaria en la comunidad de Peñita, en Darién (Panamá). En Peñita, una aldea indígena enclavada en la selva del Darién panameño, la ribera del río Chucunaque está plagada de pequeñas embarcaciones en las que cada semana llegan centenares de migrantes en su peligrosa ruta hacia un futuro incierto en Norteamérica. Los migrantes que entran a Panamá desde Colombia son sometidos al programa llamado flujo controlado, que incluye un proceso biométrico para determinar si generan alerta migratoria, así como un eje humanitario y sanitario con vacunación, antes de ser trasladados hacia la frontera con Costa Rica para que sigan rumbo al norte. EFE/Bienvenido Velasco/ATENCIÓN EDITORES: Esta imagen hace parte de un fotoensayo de 47 fotos
Con capacidad para unas 100 personas, la ETAH está desbordada.
“La selva es un infierno”, comenta Chambe Bezil, un camerunés a la AFP
Bezil se suma a los cerca de 4 mil migrantes, principalmente de Haití, Cuba, República Democrática del Congo, India, Camerún, Bangladesh y Angola, que se encuentran en diferentes centros de acogida de Panamá a la espera de continuar su viaje, primero hacia Costa Rica y luego Estados Unidos.
Bienvenido Velasco-FOTOENSAYO- PA1031. PEÑITA (PANAMÁ), 27/05/2019.- Migrantes hacen fila para abordar un autobús que lo llevarán a Costa Rica desde una estación temporal de ayuda humanitaria el pasado 22 de mayo 2019, en la comunidad de Peñita, en Darién (Panamá). En Peñita, una aldea indígena enclavada en la selva del Darién panameño, la ribera del río Chucunaque está plagada de pequeñas embarcaciones en las que cada semana llegan centenares de migrantes en su peligrosa ruta hacia un futuro incierto en Norteamérica. Los migrantes que entran a Panamá desde Colombia son sometidos al programa llamado flujo controlado, que incluye un proceso biométrico para determinar si generan alerta migratoria, así como un eje humanitario y sanitario con vacunación, antes de ser trasladados hacia la frontera con Costa Rica para que sigan rumbo al norte. EFE/Bienvenido Velasco/ATENCIÓN EDITORES: Esta imagen hace parte de un fotoensayo de 47 fotos
Con serranías, ríos caudalosos y sin vías de comunicación terrestre, y bajo una humedad y calor insoportable, los migrantes cruzan el Darién a través de trochas, muchas de ellas utilizadas por los narcotraficantes y bandas criminales. La selva es tan densa que a veces no llega la luz del cielo y todo es oscuridad.
“Pasar esa selva es un suicidio”, advierte un policía en la improvisada estación humanitaria.
La selva es conocida por su diversidad de pájaros, pero también abundan serpientes venenosas, jaguares, puercos de monte, arañas, alacranes, lagartos o abejas africanas. Muchos de los migrantes pasan largo tiempo sin comer debido a los pocos víveres que llevan para el trayecto, que recorren en un mínimo de tres días.
Bienvenido Velasco-FOTOENSAYO- PA1022. PEÑITA (PANAMÁ), 27/05/2019.- Un migrante haitiano se baña en el río Chucunaque el pasado 22 de mayo 2019, cerca de una estación temporal de ayuda humanitaria en la comunidad de Peñita, en Darién (Panamá). En Peñita, una aldea indígena enclavada en la selva del Darién panameño, la ribera del río Chucunaque está plagada de pequeñas embarcaciones en las que cada semana llegan centenares de migrantes en su peligrosa ruta hacia un futuro incierto en Norteamérica. Los migrantes que entran a Panamá desde Colombia son sometidos al programa llamado flujo controlado, que incluye un proceso biométrico para determinar si generan alerta migratoria, así como un eje humanitario y sanitario con vacunación, antes de ser trasladados hacia la frontera con Costa Rica para que sigan rumbo al norte. EFE/Bienvenido Velasco/ATENCIÓN EDITORES: Esta imagen hace parte de un fotoensayo de 47 fotos
Durante los primeros cuatro meses de 2019 por la ruta selvática han pasado al menos 7 mil 724 adultos, el triple que hace un año, y mil 141 menores de edad, el doble que en el mismo período de 2018.
Según fuentes de seguridad panameñas los migrantes atraviesan la selva en grupo, algunos conformados por familias enteras que dicen escapar de la pobreza o de la persecución política. Algunos mueren en su paso por la selva, mientras que otros denuncian robos y violaciones.
Llegan “desnutridos, deshidratados, a veces sin dinero y asediados” por los traficantes, señala el director del Servicio Nacional de Fronteras (Senafront), Eric Estrada.
LUIS ACOSTAA Haitian migrant is hairdressed by a partner at the Temporary Station of Humanitarian Assistance (ETAH) in La Penita indigenous village, Darien province, Panama, on May 22, 2019. - Migrants mainly from Haiti, Cuba, Democratic Republic of Congo, India, Cameroon, Bangladesh and Angola cross the border between Colombia and Panama through the Darien Gap on their way to the United States. They escape poverty, political prosecution or lack of opportunities in their countries. Some of them die in the journey while others report thefts and violations. They arrive in Panama undernourished, dehydrated, sometimes without money and harassed by human traffickers. (Photo by Luis ACOSTA / AFP)
“En el grupo con el que salí, por lo menos cinco personas quedaron atrás y están muriendo”, denuncia el haitiano Pierre Louis Clivens.
“Hay muchos ladrones, están esperando a todos (quienes hacen la travesía). Muchos ladrones armados, con armas de la policía que caen en sus manos. Es peligroso”, añade.
Marie-Claudia Toussaint, también haitiana, tiene el brazo vendado y cuenta cómo le dispararon. “Tomaron todo mi dinero. Agarraron un total de tres teléfonos, uno de mi esposo y dos míos y el ladrón me pegó un tiro en el brazo izquierdo”, narra mientras es vacunada.
LUIS ACOSTAHaitian migrants rest at the Temporary Station of Humanitarian Assistance (ETAH) in La Penita village, Darien province, Panama on May 22, 2019. - Migrants mainly from Haiti, Cuba, Democratic Republic of Congo, India, Cameroon, Bangladesh and Angola cross the border between Colombia and Panama through the Darien Gap on their way to the United States. They escape poverty, political prosecution or lack of opportunities in their countries. Some of them die in the journey while others report thefts and violations. They arrive in Panama undernourished, dehydrated, sometimes without money and harassed by human traffickers. (Photo by Luis ACOSTA / AFP)
En el último año y medio, 52 personas han sido detenidas por pertenecer a estructuras criminales relacionadas con el tráfico de personas.
“Lamentablemente las mafias criminales que trafican con personas ilusionan al inmigrante desde los países de origen. Les hacen ver que el tránsito es expedito, fácil y no complicado, pero realmente las personas se encuentran con otra realidad”, señala Estrada.
La situación ha obligado al gobierno panameño a adecuar varios centros de acogida temporal antes de ser enviados a la frontera con Costa Rica, que permite la entrada diaria de unos cien migrantes.
Un bebé duerme, tras ser amamantado, sobre las piernas de su madre haitiana.
El niño al que han llamado Frezin nació el 11 de mayo en un centro médico de Panamá, a donde su madre fue enviada tras cruzar embarazada la frontera del istmo con Colombia.
“Ese bebé que está ahí es recién nacido. Hace mucho calor y no tenemos cómo acondicionar un lugar para él”, se queja Clivens.
Frezin y sus padres se encuentran en una bodega con piso de tierra. En las instalaciones hay una veintena de literas. La ropa está esparcida por cualquier lugar.
Varios adultos duermen en el piso, mientras niños desnudos o en pañales corretean por las instalaciones. Ya en la tarde, varias decenas de personas suben, previo pago de 40 dólares y el correspondiente permiso de las autoridades, a varios autobuses que los llevarán a la frontera costarricense.
Para no ser vistos, recorrerán el país durante toda la noche. Pero el camino recién empieza ya que aún queda pasar por el resto de los países de América Central y atravesar México, hasta llegar a la frontera estadounidense, donde se enfrentarán a la política migratoria de Donald Trump.