De los románticos paseos por cubierta a permanecer encerrados desde hace seis días en un camarote aterrados por un brote de coronavirus y cuatro fallecidos a bordo, la luna de miel de Yadira y Joel en el crucero Zaandam se ha vuelto una pesadilla claustrofóbica.
El 29 de febrero, al día siguiente de que se conocieran los primeros casos de coronavirus en México, Yadira Garza y Joel González se casaron en Monterrey, en el norte de México. Volaron a Argentina para iniciar su luna de miel en un viaje en barco que no olvidarán.
Tras partir de Buenos Aires hace veinte días, el Zaandam, propiedad de Holland America, se encontraba el viernes varado frente a las costas de Panamá, esperando un permiso para cruzar el canal panameño y dirigirse a su destino final, Fort Lauderdale.
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En el buque, donde viajan 1,243 pasajeros y 586 tripulantes, ha habido al menos dos contagios de coronavirus, una epidemia que ha dejado más de 24,000 muertos en todo el mundo.
La empresa no aclaró si el fallecimiento de cuatro personas tiene que ver con el COVID-19, la enfermedad causada por el coronavirus SARSCoV2.
Holland America, filial de Carnival Corporation, informó que transferirá a los huéspedes del crucero que no estén enfermos o en cuarentena a otro barco, el Rotterdam, y que se dará prioridad a los mayores de 70 años. Esa es la esperanza de los mexicanos, que no esperaban vivir una experiencia así.
"Partimos de Buenos Aires el 7 de marzo y todo iba conforme lo planeado en la ruta", dijo Yadira a Reuters.
Las cosas cambiaron cuando, desde la localidad chilena de Punta Arenas regresaron a Argentina para atracar en Ushuaia. El capitán les notificó entonces que se habían cerrado las fronteras, relataron.
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En conversación telefónica desde su camarote, donde "solamente caben una cama, un sofá y un peinador", explicó Yadira, la pareja dijo que no les dejaron descender tampoco en Chile ni en Perú.
Se quejan de no haber salido a respirar aire fresco en seis días y hablaron del miedo que les produce recibir cualquier objeto del exterior en su habitación, como comida o toallas. "Estamos teniendo muchas precauciones, lavamos las botellas de agua que nos traen. Estamos lavando todo con champú, es lo último que nos queda", explicó la joven recién casada.
Para compensar el aburrimiento y la claustrofobia juegan a las cartas y ven televisión. "Desde el domingo no hemos salido del camarote, fue el último día que respiramos aire puro".
El viernes se enteraron a través de un anuncio de viva voz del capitán que habían muerto cuatro personas, lo que ha acelerado su expectativa de que los transfieran al buque Rotterdam junto con otra pareja de mexicanos de mayor edad.
“Estamos bien, no tenemos síntomas, estamos tranquilos, pedimos apoyo a las autoridades para regresar a casa después de nuestra respectiva cuarentena, para poder llegar a ver nuestra familia”, concluyeron.