El Papa Francisco se postró este viernes en el piso de una basílica de San Pedro vacía para rezar en el servicio de la “Pasión del Señor”, que conmemora las últimas horas de vida de Jesús y su crucifixión, un evento reducido por las restricciones del coronavirus.
El servicio del Viernes Santo es uno de los inusuales momentos en los que el Pontífice no pronuncia una homilía, dejándola en manos del Padre Raniero Cantalamessa, el predicador papal.
Cantalamessa dijo que la pandemia, que ha matado a casi 19 mil personas en Italia, debería ser un estímulo para que las personas aprecien lo que realmente importa en la vida.
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"No permitamos que tanto dolor, tantas muertes y tanto compromiso heroico por parte de los trabajadores de la salud hayan sido en vano", señaló.
Al servicio generalmente asisten cardenales, obispos y unos 10 mil fieles, pero la pandemia del coronavirus obligó a que solo estuvieran presentes unas dos decenas de personas, incluidos los ayudantes papales que leían las escrituras y un coro más pequeño de lo habitual.
En otro cambio del ritual habitual dictado por el brote de coronavirus, solo el Papa besó un crucifijo al final del servicio. Por lo general, también es besado por cada cardenal, arzobispo y obispo de la iglesia.
El número total de muertos en el mundo por la pandemia llegó a 100 mil este viernes, según un recuento de Reuters.
(Reporte de Philip Pullella. Editado en español por Javier Leira)