Una marcha de indignación
Convocados por el movimiento prodemocracia Banderas Negras, los protestantes bloquearon la autopista 1, una de las vías principales que conecta Jerusalén con Tel Aviv, y avanzaron hacia la Knesset (el Parlamento israelí) ondeando banderas de Israel y pancartas con mensajes explosivos como “Paren esta guerra” y “No en mi nombre”.
“La presión militar los está matando”, decía uno de los carteles, mientras los nombres de los 59 rehenes que siguen en Gaza eran coreados uno por uno, acompañados del grito de “¡Ahora!”.
Lapid se une a la ola de protesta
El líder de la oposición, Yair Lapid, también se sumó a la movilización con un mensaje claro: “Salimos a las calles porque este es un gobierno ilegítimo. El silencio solo les da más tiempo para separarnos”.
Las protestas no solo están dirigidas a Netanyahu, sino también a su gabinete ultranacionalista, con caricaturas de los ministros Bezalel Smotrich e Itamar Ben Gvir circulando entre la multitud como símbolos del rechazo popular.
“Netanyahu juega con fuego”
Uno de los líderes de la protesta, el teniente coronel en la reserva Oren Shvil, fue tajante: “En tiempos de guerra, cuando hay una escalada en todos los frentes, el gobierno y su líder quieren destituir al jefe del Shin Bet”. Para muchos, esta decisión pone en jaque la seguridad del país.
Los manifestantes no solo exigen el regreso de los rehenes, sino también un cambio en la política del gobierno y el fin de un conflicto que, según ellos, está llevando a Israel por un camino sin retorno.
Las protestas continúan y todo apunta a que Netanyahu enfrentará una creciente presión en las calles. La pregunta es: ¿cederá o seguirá adelante a toda costa?