Las fuerzas rebeldes sirias han logrado un avance significativo en su ofensiva contra el régimen de Bashar al Assad, capturando en solo una semana las ciudades de Alepo, Hama y Deraa, además de asegurar el estratégico enclave de Homs, que conecta la capital con el norte y la costa mediterránea. Actualmente, los rebeldes se encuentran a unos 20 kilómetros de Damasco, donde se reporta que la ciudad está “cayendo suburbio a suburbio” según funcionarios estadounidenses.
Imágenes verificadas muestran a multitudes derribando una estatua de Hafed el Assad en Jarama, cerca de Damasco, y destruyendo una bandera siria en Moadamyeh, lo que refleja el creciente descontento popular. A pesar de los esfuerzos del gobierno por establecer un cordón militar alrededor de Damasco, la tensión es palpable; las calles están desiertas y los comercios cerrados debido a la escasez de productos básicos.
El avance rebelde ha llevado a miles de personas, especialmente de la comunidad chiita alauí, a huir hacia zonas costeras que son bastiones del régimen. Mientras tanto, el grupo insurgente Hayat Tahrir al Sham (HTS) continúa su ofensiva desde el norte y las tropas kurdas han tomado control en el este, llegando a Deir Ezzor. La situación se complica aún más con la retirada del ejército sirio del sur y bombardeos conjuntos con Rusia en respuesta al avance rebelde.
Este giro en el conflicto sirio, que ha estado estancado durante años, ha llevado a una creciente preocupación sobre la estabilidad del régimen de Assad y su capacidad para mantener el control frente a los insurgentes.