Estados Unidos ha tomado una decisión de alto impacto geopolítico y energético: revocar las autorizaciones otorgadas a empresas extranjeras para operar con la petrolera estatal venezolana PDVSA. Según fuentes consultadas, la notificación fue enviada en los últimos días, afectando a compañías como Repsol (España), Eni (Italia), Maurel & Prom (Francia), Reliance (India) y Chevron (EE.UU.), entre otras.
Estas empresas habían operado bajo autorizaciones especiales emitidas por la administración Biden como parte de una flexibilización temporal de las sanciones a Venezuela. Sin embargo, con la reciente imposición de aranceles secundarios a compradores de crudo venezolano y la intensificación del discurso político por parte del expresidente Donald Trump, Washington ha cambiado de rumbo.

La fecha límite impuesta por el Departamento del Tesoro para el cierre de operaciones es el 27 de mayo, aunque no se ha confirmado si este plazo aplica de forma uniforme a todas las compañías. Lo que sí está claro es que la medida forma parte de una estrategia más amplia para frenar la migración venezolana hacia EE.UU., en un año en que las elecciones venezolanas, no reconocidas por Washington, tensan aún más la relación bilateral.
Empresas afectadas como Chevron, que aún operaba en Venezuela bajo una licencia clave, deberán cerrar y cesar la exportación de crudo al mercado estadounidense. La incertidumbre sobre el suministro global crece, especialmente en Europa, donde países como España e Italia dependían parcialmente del petróleo venezolano como fuente de abastecimiento.

El presidente venezolano Nicolás Maduro ha reaccionado con críticas, calificando la medida como parte de una “guerra económica” que busca desestabilizar al país.
La revocación de estas licencias marca un nuevo capítulo en las relaciones Venezuela-EE.UU. y podría tener efectos inmediatos en la estabilidad energética regional, los precios del crudo y las alianzas internacionales de PDVSA.