Dicen que en política no hay sorpresas, sino sorprendidos.
Resulta que en Brasil el líder izquierdista y exmandatario Luiz Inácio Lula da Silva, se unió a un antiguo rival como el exgobernador de Sao Paulo Geraldo Alckmin para frenar la reelección del actual presidente de derecho Jair Bolsonaro.
Ante esta alianza el presidente brasileño, Jair Bolsonaro, ironizó por la alianza anunciada el pasado viernes.
“Kkkkkk”, escribió irónicamente el líder de la ultraderecha brasileña en un mensaje en sus redes sociales al comentar la fotografía en la que Lula y el dirigente liberal y exgobernador de Sao Paulo Geraldo Alckmin se dan la mano para anunciar una inédita alianza de cara a las elecciones de este año.
En la fotografía el exdirigente sindical y presidente más carismático en la historia de Brasil se refiere a Alckmin como “compañero”, término que su ahora aliado trataba despectivamente y hasta vinculaba con corrupción.
Los dos históricos rivales sellaron un acuerdo por el que Alckmin podrá ser postulado como candidato a vicepresidente en la fórmula progresista encabezada por Lula, que no ha confirmado sus aspiraciones pero aparece como máximo favorito a vencer las elecciones en todos los sondeos.
En el encuentro de este viernes en un hotel de Sao Paulo, el Partido Socialista Brasileño (PSB), al que Alckmin se inscribió hace pocos días, propuso su nombre como compañero de fórmula de Lula y espera ahora el beneplácito del Partido de los Trabajadores (PT) para consagrar definitivamente la unión, lo que podría ocurrir la próxima semana.
La alianza con el exgobernador de Sao Paulo, sin embargo, enfrenta fuertes resistencias dentro de las alas más progresistas del PT, que no perdonan su trayectoria liberal ni sus antiguos ataques a Lula, al que llegó a tildar de corrupto.
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Alckmin, de 69 años, ha volcado la mayor parte de sus cinco décadas en la política al Partido de la Social Democracia (PSDB), que con el tiempo abandonó la centroizquierda en que nació en 1988 para acercarse a posturas más neoliberales y de centroderecha.
Lula, quien ha recuperado sus derechos políticos tras pasar 580 días en prisión condenado por corrupción, ha dejado claro en más de una ocasión que está dispuesto a olvidar las diferencias que le separan de su antiguo rival.
Con la alianza con Alckmin, un ferviente católico, Lula busca conquistar los electores de centro, así como los sectores más conservadores desencantados con Bolsonaro, que solo cuenta con un 26 % de intención de voto en los sondeos pero viene recortando la distancia que lo separa del líder izquierdista (43 %).
(Con datos de Efe).