Steven Lawayne Nelson, de 37 años, fue ejecutado este miércoles en Texas por el brutal asesinato del reverendo Clint Dobson en 2011. Con una inyección letal aplicada en la prisión de Huntsville, su historia criminal llegó a su fin, pero no sin antes dejar unas inquietantes últimas palabras que impactaron a los testigos.
Un crimen que sacudió Arlington
El 3 de marzo de 2011, la comunidad de Arlington se estremeció cuando el joven pastor Clint Dobson, de 28 años, fue encontrado sin vida en la iglesia NorthPointe Baptist. La investigación reveló que fue golpeado brutalmente, estrangulado y asfixiado con una bolsa de plástico. Un crimen que conmocionó a la comunidad religiosa y llevó a la captura de Nelson, quien fue arrestado y condenado a la pena de muerte.
Un historial violento
Nelson no solo fue encontrado culpable por la muerte de Dobson, sino que también fue vinculado al asesinato de otro recluso durante su tiempo en prisión. Sin embargo, nunca llegó a ser juzgado por este segundo crimen. Su comportamiento violento lo convirtió en una figura temida tras las rejas.
Las últimas palabras de Nelson
En sus momentos finales, Nelson se dirigió a su esposa, Helena Noa Dubois, con quien se había casado apenas dos semanas antes de su ejecución. A través de una ventana que los separaba, Dubois sostenía un perro de servicio blanco mientras escuchaba las palabras de su esposo. “Es lo que es”, le dijo Nelson, según consignó AP, en un intento de transmitir resignación ante su destino.
Antes de recibir la inyección letal, Nelson pronunció una frase que resonó entre los presentes: “No tengo miedo. Estoy en paz. Vamos a cabalgar, director”. Estas palabras marcaron el cierre de su vida, mientras el fármaco pentobarbital comenzaba a recorrer su sistema. Según los reportes, Nelson movió los labios para formar la palabra “amor” en dos ocasiones antes de experimentar convulsiones breves. Fue declarado muerto 24 minutos después de iniciarse el procedimiento.
La ejecución de Steven Lawayne Nelson representa la segunda llevada a cabo en Estados Unidos en lo que va de 2025. La primera tuvo lugar en Carolina del Sur el viernes anterior, cuando Marion Bowman Jr. fue ejecutado mediante inyección letal por un asesinato cometido en 2001.