El mundo del tenis está en shock tras el escándalo que involucra a Elena Rybakina, actual número 7 del mundo, y su exentrenador y expareja, Stefano Vukov. Lo que comenzó como una exitosa dupla profesional terminó en una relación explosiva y un escándalo que le costó a Vukov una sanción de un año por parte de la WTA.
¿Amor, abuso o manipulación? El oscuro vínculo entre Rybakina y Vukov
Vukov, de 37 años, fue denunciado por conducta abusiva contra la tenista kazaja. Según informes, la relación entre ambos no solo era profesional, sino también sentimental, lo que hacía aún más turbia la dinámica de poder entre ellos.
El escándalo estalló tras una investigación de la WTA que lo acusó de insultos constantes, presiones emocionales y acoso, llevando a Rybakina al llanto en múltiples ocasiones. Durante los entrenamientos, testigos afirman que su trato era agresivo y humillante, con gritos y correcciones extremas que afectaron la estabilidad emocional de la jugadora.
Un tatuaje, gritos en la cancha y una ruptura explosiva
El momento más surrealista llegó tras la victoria de Rybakina en Wimbledon 2022. Vukov se tatuó su nombre en el brazo, junto con una referencia al título, algo que dejó a todo el circuito en shock. Mientras algunos lo vieron como un acto de devoción, otros lo consideraron una señal de obsesión y control.
Las alarmas se encendieron cuando, en torneos como el Abierto de Australia y Adelaida, Rybakina fue captada pidiéndole a su entrenador que se callara en pleno partido, visiblemente frustrada. Las constantes críticas en los momentos de tensión fueron demasiado, y en 2024, la relación llegó a su fin en una abrupta ruptura en Nueva York, lo que desató la investigación que terminó con la sanción de Vukov.
El circuito reacciona: “Esto no es normal”
Grandes figuras del tenis salieron a hablar. La exnúmero 1 Pam Shriver expresó su preocupación por la tenista y pidió que encuentre un entrenador que la respete. Marion Bartoli, ex campeona de Wimbledon, relató cómo fue testigo de los gritos y el maltrato de Vukov hacia Rybakina en torneos pasados.
A pesar de la sanción, Rybakina ha negado públicamente haber sido maltratada, pero el debate sobre los límites entre entrenamiento y abuso en el tenis sigue más fuerte que nunca.
¿Fue una relación tóxica desde el principio? ¿O la presión del circuito hizo que todo explotara? Lo que está claro es que el tenis femenino no volverá a ser el mismo tras este escándalo.