El papa Francisco criticó el programa de deportaciones masivas de inmigrantes de Donald Trump, calificándolo de “vergüenza” y advirtiendo que “lo que se construye sobre la base de la fuerza, y no sobre la verdad de la igual dignidad de todo ser humano, empieza mal y acabará mal”.
Francisco defendió la acogida de migrantes, especialmente en países con baja natalidad como España e Italia.
A estas palabras del pontífice se refirió el “zar de la frontera” de Trump, Tom Homan, quien sugirió que el Papa debe concentrarse en los asuntos de la Iglesia católica y dejar la seguridad fronteriza en manos de las autoridades.
Francisco también criticó el uso de J. D. Vance del concepto teológico “Ordo Amoris” para justificar las políticas migratorias, argumentando que el amor cristiano debe extenderse a todos sin excepción, como en la parábola del Buen Samaritano.
En relación a esto, el Papa nombró a Edward Weisenburger, un obispo proinmigrante, como arzobispo de Detroit, y previamente designó al cardenal Robert McElroy, un crítico de Trump, lo que refleja su postura en defensa de los migrantes.