La Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) han pedido a los países, con motivo de la celebración de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Agua, la primera en casi 50 años, garantizar el acceso al agua potable y saneamiento a todo el mundo.
Y es que, 2.000 millones de personas carecen de agua potable segura y 3.600 millones de personas (casi la mitad de la población mundial) utilizan servicios de saneamiento en los que se no tratan los desechos humanos.
Además, millones de familias no cuentan ni con jabón para lavarse las manos. Todo esto tiene consecuencias “mortales”, tal y como han avisado las organizaciones, que recuerdan que cada año al menos 1,4 millones de personas, muchas de ellas niños, mueren por causas relacionadas con el agua insalubre y el saneamiento deficiente.
Al mismo tiempo, la OMS y UNICEF han denunciado que la mitad de todos los establecimientos de salud, donde las prácticas de higiene adecuadas son especialmente críticas, carecen de agua y jabón o solución desinfectante para manos a base de alcohol.
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“Las consecuencias sociales y económicas de los servicios inadecuados de agua y saneamiento también son devastadoras. Sin estos servicios críticos, las personas se enferman, los niños no aprenden, especialmente las niñas, y comunidades enteras pueden verse desplazadas por la escasez de agua”, han recalcado.
Y es que, el acceso al agua potable y al saneamiento es “clave” para el desarrollo saludable de los niños y para mantener el bienestar en la edad adulta. Además, ofrecen un camino hacia un progreso social y económico más amplio al apoyar la salud y la productividad de la comunidad.
“Todos tenemos derecho al agua potable, al saneamiento y la higiene adecuados, pero muchos carecen de ellos. Colectivamente, el mundo necesita al menos cuadruplicar las tasas actuales de progreso para lograr el acceso universal a estos servicios gestionados de manera segura para 2030.
El progreso debe ser aún más rápido en contextos frágiles y en los países más pobres, para proteger la salud y el futuro de las personas. Afortunadamente, tenemos soluciones viables y una oportunidad histórica para convertirlas en acción”, han aseverado.
Por ello, las organizaciones han instado a los gobiernos a desarrollar un plan para aumentar el compromiso político con el agua potable, el saneamiento y la higiene; y crear una estrategia para fortalecer la gobernanza y las instituciones requeridas para brindar estos servicios, por ejemplo, mediante el establecimiento de agencias reguladoras autónomas que hagan cumplir los estándares basados en la salud y publiquen regularmente los hallazgos.
También han destacado la importancia de desarrollar objetivos de política claros para guiar la financiación y las decisiones de financiación para estos servicios; asegurar un financiamiento presupuestado y estrategias de financiamiento que tengan en cuenta las necesidades de las diferentes regiones y grupos de población; aumentar el gasto público estos servicios para reconocer su valor como bien público; y alentar a los proveedores a mejorar el desempeño para satisfacer a los usuarios y recuperar costos, por ejemplo, reduciendo las interrupciones del servicio, las pérdidas de agua y mejorando las estructuras tarifarias y la eficiencia de la recolección.