El expresidente boliviano Evo Morales no se presentó a declarar ante la Fiscalía de Tarija sobre las acusaciones de “estupro agravado con trata de personas”, lo que llevó a la fiscal Sandra Gutiérrez a emitir una orden de arresto en su contra. Actualmente, Morales se encuentra en el Chapare, rodeado de sus seguidores, quienes han amenazado con “incendiar el país” si es detenido.
Morales ha calificado las acusaciones en su contra como parte de una “persecución política”, argumentando que son un intento del gobierno actual para debilitar al movimiento popular boliviano. En un mensaje en redes sociales, afirmó que el gobierno está desesperado debido a la crisis y carece de apoyo electoral.
Las acusaciones se centran en un caso donde, supuestamente, Morales tuvo una hija con una menor de 15 años en 2016, y se alega que facilitó su acceso a cambio de favores políticos. Los padres de la menor también fueron citados para declarar y enfrentan la posibilidad de arresto por no presentarse. La defensa de Morales sostiene que el caso carece de fundamento, ya que no hay declaración de la presunta víctima y un fiscal ya había desestimado la demanda en 2019. La situación se complica aún más por la rivalidad política entre Morales y el actual presidente Luis Arce, con ambos líderes enfrentando acusaciones de delitos sexuales. Mientras Morales enfrenta esta investigación, una mujer ha denunciado a Arce por abuso sexual.
La tensión entre ambos ha escalado, reflejando una lucha interna dentro del Movimiento al Socialismo (MAS) por el control político en Bolivia.