Un grave accidente ocurrió cerca del Aeropuerto Nacional Reagan en Washington DC cuando un avión de pasajeros y un helicóptero militar colisionaron en el aire. La aeronave de American Airlines, operada por PSA Airlines, transportaba a 60 personas y estaba realizando su vuelo desde Wichita, Kansas, a la capital del país. La colisión también involucró a un helicóptero Black Hawk del Ejército de EE.UU., que transportaba a tres miembros.
Tras el impacto, unidades de rescate acuático y embarcaciones contra incendios se desplegaron rápidamente en el río Potomac para rescatar a los sobrevivientes. Según las primeras informaciones, al menos cuatro personas fueron rescatadas con vida y trasladadas a hospitales cercanos. Sin embargo, las autoridades aún están buscando posibles sobrevivientes y no han confirmado víctimas mortales, aunque algunos informes sugieren que las víctimas podrían ser numerosas.
Colisión causa caos en el Aeropuerto Nacional Reagan
Debido al accidente, todos los vuelos del Aeropuerto Nacional Reagan fueron suspendidos temporalmente, lo que generó caos en las operaciones del aeropuerto. Se desconoce si la colisión fue resultado de un fallo en los sistemas de seguridad de las aeronaves, aunque expertos en aviación como Pete Munteen, corresponsal de CNN, han señalado que los sistemas de prevención de colisiones deberían haber evitado este tipo de incidente.
El senador Roger Marshall, de Kansas, expresó su preocupación por la posible cantidad de víctimas mortales y llamó a mantener la calma mientras se llevan a cabo las investigaciones. Además, el presidente Donald Trump reaccionó rápidamente al incidente, ofreciendo sus condolencias y agradeciendo el trabajo de los equipos de emergencia que respondieron al llamado.
El Departamento de Defensa de EE.UU. también se ha involucrado en el seguimiento de la situación, y el Secretario de Defensa, Pete Hegseth, expresó que el gobierno está listo para asistir en todo lo necesario para esclarecer lo ocurrido.
Este incidente pone en evidencia los riesgos que, aunque minimizados por la tecnología y los protocolos de seguridad, aún persisten en el espacio aéreo cercano a áreas sensibles como la capital del país.