Durante años, China desvió más de 86 millones de dólares enviados por Estados Unidos para la conservación de los osos pandas, utilizando estos fondos en proyectos no relacionados con la protección de los animales. Según un análisis del New York Times, estos recursos, que debían destinarse a la conservación en hábitats naturales, fueron utilizados para construir edificios, adquirir tecnología y financiar tres nuevos museos. Además, se transformó un centro de cría de pandas en un parque de diversiones casi del tamaño de Disneyland.
Los contratos estipulaban que el gobierno chino debía permitir la verificación del uso de estos fondos por parte del Servicio de Pesca y Vida Silvestre de EE.UU., pero esta cláusula se fue desestimando con el tiempo debido al deterioro de las relaciones entre ambos países. La falta de transparencia del gobierno chino en asuntos económicos generó preocupación entre los reguladores estadounidenses, quienes llegaron a congelar transacciones en tres ocasiones para obtener respuestas, aunque estas decisiones fueron revertidas para mantener la continuidad de las parejas de pandas en zoológicos, lo que atrae más visitantes y genera mayores ingresos.