El capo que caminaba a sus reuniones
Detrás de esa apariencia relajada, Emanuele Gregorini, alias Dollarino, era en realidad el pez gordo de la mafia italiana en América Latina y el gran enlace entre los narcos colombianos y las organizaciones criminales europeas. Según la investigación, este personaje se reunía en bares poco concurridos para cerrar negocios con carteles locales y asegurarse de que la cocaína siguiera fluyendo hacia Italia.
Nada de escoltas ni camionetas blindadas. Este capo prefería desplazarse a pie y mantener un perfil bajo, como si fuera cualquier otro extranjero disfrutando de la brisa cartagenera. “Caminaba solo, sin escoltas, como si nada, pero sabíamos que era un tiburón disfrazado de pez pequeño”, aseguró una fuente de inteligencia.
La “santa alianza” del crimen
Pero Dollarino no era cualquier mafioso. Era el encargado de coordinar el envío de toneladas de droga desde Colombia, Panamá y Brasil hasta Europa, y lo hacía en representación de una megaalianza de la mafia italiana, que unía a la Camorra, la Cosa Nostra y la ‘Ndrangheta. Su captura es un golpe certero a esta “santa alianza” del narcotráfico que pretendía monopolizar el mercado europeo.
La caída del capo
El sigilo y la paciencia de las autoridades colombianas dieron frutos cuando, tras seguirlo durante semanas, lograron detenerlo en Cartagena. En su poder encontraron dinero en efectivo, joyas y dispositivos electrónicos que podrían revelar la red de contactos de este capo.
Ahora, Gregorini será trasladado a Bogotá mientras se tramita su extradición a Italia, donde lo espera un tribunal de Milán para responder por sus crímenes. Su captura fue celebrada por autoridades de Colombia e Italia, quienes destacaron la cooperación internacional como clave en este operativo.
Sin duda, alias Dollarino jugó bien sus cartas mientras pudo. Se movía como un fantasma, sin rastro y sin levantar sospechas, pero al final, la justicia le cayó encima. Ahora su próxima “vacación” será en una cárcel italiana, lejos de las playas de Cartagena.