Keman es un hombre que se gana la vida hurgando en montañas de basura. Con una gran sonrisa, este habitante de Bangun, uno de los “pueblos de plásticos” de Indonesia especializado en el reciclaje, celebra haber podido de este modo financiar la educación de sus hijos.
Mientras muchos países buscan limitar el uso de plástico desechable, para Bangun la basura plástica importada es una valiosa fuente de ingresos. Dos tercios de los habitantes separan y revenden botellas, envoltorios y vasos de plástico usados a las compañías de reciclaje para vivir, así lo reseña La Prensa de Honduras.
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“Tengo tres hijos, todos están en la universidad”, dice con orgullo Keman, caminando en un mar de basura que le llega a los tobillos.
“Todo eso ha sido posible gracias a mi duro trabajo que es revisar en la basura”, explica este hombre de 52 años que, como muchos indonesios, sólo tiene un nombre.
Bangun es uno de los numerosos pueblos pobres de la isla de Java la más poblada de Indonesia que se especializaron en el procesamiento de residuos, la mayoría importados de países occidentales como Estados Unidos, Gran Bretaña o Bélgica, pero también de Oriente Medio.
Desde que China prohibió la importación de varias categorías de desechos el año pasado, el reciclaje mundial está en caos y los países occidentales buscan nuevos destinos para los residuos que no lograr procesar.
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Los países del Sudeste Asiático se convirtieron en una alternativa privilegiada, incluso si algunos renunciaron debido a los problemas vinculados con esta industria.
Desde la decisión china, “la situación empeoró” en Indonesia, subraya Muharram Atha Rasyadi, de la organización ambientalista.