El viaje del expresidente Evo Morales a México, que le dará asilo, se convirtió en un periplo que incluyó escalas y rutas de vuelo casi inverosímiles marcadas por las decisiones políticas de una región dividida sobre la situación en Bolivia.
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El canciller mexicano Marcelo Ebrard explicó el martes por la mañana, con la aeronave todavía sobrevolando aguas internacionales rumbo a la Ciudad de México, que el avión de la fuerza aérea mexicana llegó a Lima el lunes por la tarde para, desde allí, esperar el permiso de Bolivia para recoger a Morales.
Pero a partir de ese momento el viaje se convirtió en el guion de una película del que sólo trascendió una imagen: una fotografía en la que se ve a Morales cansado y despeinado sentado en el avión y sosteniendo una gran bandera de México.
Quien fuera el primer presidente indígena de Bolivia, un exlíder cocalero de 60 años, permaneció horas en el avión mientras la diplomacia mexicana intentaba desenredar una maraña burocrática que permitiera salir del país al hombre que lo gobernó durante más de 13 años.
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Ni siquiera el ingreso del avión mexicano a Bolivia fue fácil. La aeronave militar tuvo que regresar a Lima cuando ya estaba en vuelo porque el permiso para aterrizar fue revocado y hubo que esperar horas hasta que las fuerzas armadas de Bolivia dieran su visto bueno, “lo cual dice quién tiene el poder” en ese país, apuntó el canciller.
Salir de allí, de un aeropuerto que Ebrard no identificó, también fue complejo. Por razones políticas Perú, dijo Ebrard, prohibió que la aeronave parara en Lima como estaba previsto, con lo que el despegue con Morales a bordo tuvo que retrasarse mientras se buscaba un “plan B”.
Ebrard relató que ese fue “el peor momento” y que, de haberse prolongado, podría haber puesto en riesgo la integridad del exmandatario porque en los alrededores del aeródromo había seguidores de Morales y en el interior elementos del ejército. “Eso fue muy difícil, muy tenso”, agregó el canciller.
Finalmente Paraguay aceptó que el avión parara en Asunción para repostar combustible y de ahí partió la madrugada del martes rumbo a México pero no por la ruta más lógica y directa, que era sobrevolar Bolivia -lo que no fue autorizado-. La aeronave surcó el cielo de Brasil, Perú y Ecuador hasta llegar a aguas internacionales.
El aterrizaje del expresidente en la capital mexicana está previsto para cerca del mediodía. Ebrard dijo que dos personas lo acompañan aunque no ofreció sus identidades.
La situación en Bolivia, que entró esta semana en un vacío de poder e incertidumbre política tras la renuncia de Morales, reveló la profunda división en América Latina entre los países más conservadores y que suelen alinearse con Estados Unidos y el ala izquierdista que integran Venezuela, Cuba y Nicaragua -aliados tradicionales de Bolivia- a los que ahora se alinearon también México, Uruguay y el presidente electo de Argentina, Alberto Fernández, que tomará posesión el próximo 10 de diciembre.
El presidente Donald Trump dijo el lunes que Estados Unidos “aplaude” al ejército boliviano por exigir la salida de Morales. El gobierno mexicano manifestó no sentirse preocupado porque la decisión de asilar a Morales enturbie la relación con Washington que, según el canciller, “está en uno de los mejores momentos de los últimos años”.
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“Me siento muy orgullo de encabezar un gobierno en donde se garantiza el derecho de asilo”, dijo el presidente Andrés Manuel López Obrador tras defender que ambos países puedan tener posturas distintas sin que se afecte su vecindad.
“¿Tenía México o no que ofrecer asilo para proteger la vida de Evo Morales?”, se preguntó retóricamente el canciller Ebrard, quien recordó la tradición del país de acoger a extranjeros. “Sí. Y eso la historia lo va a reconocer”.
Fuente: AP