El arzobispo de Canterbury, Justin Welby, presentó su dimisión tras ser señalado por no haber gestionado adecuadamente un escándalo de abusos sexuales a menores perpetrados por John Smyth, un abogado fallecido que abusó de hasta 130 niños y jóvenes en campamentos cristianos entre las décadas de 1970 y 1980. A pesar de que la Iglesia fue informada sobre los abusos desde 2013, muchos responsables habían estado al tanto desde los años 80 y no tomaron las medidas adecuadas para prevenir más abusos.
En un comunicado, Welby expresó su “profunda vergüenza” por los fracasos históricos de la Iglesia de Inglaterra en la protección de los menores y asumió la responsabilidad tanto personal como institucional por el prolongado periodo de inacción que se extendió desde 2013 hasta 2024. Afirmó que había creído erróneamente que el asunto sería tratado adecuadamente una vez notificado a la policía.
El informe Makin, publicado el 7 de noviembre, reveló que Smyth había sometido a sus víctimas a abusos físicos, sexuales y psicológicos, y concluyó que existía una “conspiración de silencio” dentro de la Iglesia para encubrir estos delitos. La presión sobre Welby aumentó significativamente después de la publicación del informe, lo que llevó a varios miembros del Sínodo General a solicitar su renuncia.
Welby, quien ha sido arzobispo desde 2013 y ha participado en eventos reales importantes, reconoció que su posición se había vuelto “insostenible” debido a la pérdida de confianza entre clérigos y obispos. Su renuncia marca un momento histórico en la Iglesia anglicana, siendo la primera vez que un arzobispo dimite por un caso relacionado con abusos infantiles.