Cuatro historias distintas, una misma pasión por la música, un canto que nace del corazón y que llega hasta los últimos confines del alma.
Desde que inició la pandemia del nuevo coronavirus en Panamá, un canto algunas veces muy melodioso otras veces más romántico, pero siempre lleno de fe y esperanza, envuelve los barrios y ciudades del país. Son unidades de la Banda de Música de la Policía Nacional que tienen una misión tan importante como la del equipo sanitario del país, llevarles momentos de esparcimiento a una población que se encuentra confinada guardando las recomendaciones del distanciamiento social.
Ericka Barreto, Bleixen Moreno, José Luis Navarro y César Hand forman parte de este grupo de 12 miembros de la institución que tienen en común varias cosas, una de ellas es su gran pasión por la carrera policial y la otra, ese sentimiento especial que tienen por la música.
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Al igual que la mayoría de los panameños y los habitantes de este planeta sus vidas se han visto trastocadas por esta pandemia del Covid-19, pero a pesar de que tan adversa parezca la situación ellos han querido compartir con los demás ese talento que muchos aseguran les viene de Dios.
ERICKA BARRETO
Para esta sargento 1ro, casada y madre de un pequeño de 11 años, ese amor por la música le viene de niña y lo heredó de su papá. Ella reveló que desde que tenía aproximadamente 6 años, su papá “Erick” tocaba guitarra y le gustaba mucho el rock, género que después fue parte de ella hasta ahora. "Por él me motivé y aprendí a tocar guitarra, también otros instrumentos como por ejemplo: el contrabajo, donde lo estudié a nivel universitario, un poco piano y otro poco de canto concluyendo en explorar varios instrumentos más. Ericka destaca que las serenatas trastocan lo más profundo de su ser, pues al vera la gente llorar o reír de emoción por verlos allí cantar, les da fuerzas para salir a la calle sin importarles lo que Le pase.
BLAIXEN MORENO
Algo parecido a lo de su compañera de la banda, le pasa a la teniente Blaixen, con 26 años de carrera policial esta madre de tres hijos ve en la inspiración divina ese don por el canto. Recuerda que desde pequeña quería ser policía. Ella vivía cerca de la antigua base de Río Hato en la provincia de Coclé y le encanta observar cómo se desplazaban los militares con la física y la disciplina con la que se comportaban. Los boleros, las baladas y las rancheras son su pasión y entre sonrisas destaca que cree que el día que nació en vez de llorar lo que hizo fue cantar.
“En varias de las serenatas que he ido me he emocionado tanto cantando que inclusive he llorado de la emoción de ver a las personas también soltar sus lágrimas y de sentir que el mensaje que lleva mi canto les llega al corazón a las personas, eso me emociona” destacó.
JOSÉ LUIS NAVARRO
Al subteniente José Luis, padre de dos hijas, el amor por el canto también le viene de pequeño. "Desde niño yo cantaba cuando mi papá ponía el radio en la casa, esas canciones de la vieja Guardia, las salsas de la época, la música disco en inglés y reggae de Bob Marley mi género favorito
Es precisamente la salsa en la cual ha puesto más énfasis ahora en su carrera policial con la orquesta mayor de la Policía Nacional también ejecutó instrumentos como el clarín, el timbal y las congas
Una anécdota que siempre recordará el Subteniente de estas serenatas fue cuando estaba cantando Amor y control de Rubén Blades y justo enfrente de él había una señora que padecía de cáncer y estaba en silla de ruedas. Ella había perdido todo su cabello y en el momento que entonaba esta canción la señora rompió en llanto algo que llegó al alma y le sacó lágrimas.
CÉSAR HAND
La unidad no juramentada César Hand completa el grupo de entrevistados. Ese interés por la música nació cuando tenía 18 años y supo que podía afinar un tema, desde allí entró a diferentes grupos musicales y hoy da gracias a Dios pues en estos momentos se siente muy contento de estar en la Policía Nacional.
Para este padre de tres hijos, el vallenato, el merengue y la salsa, son su pasión y al igual que a sus restantes ocho compañeros la reacción de las personas con las serenatas le emociona bastante. Destaca el caso de una pareja de extranjeros que lloraban al verlos cantar alabanzas por lo que no se pudo contener e inevitablemente las lágrimas también brotaron de su rostro.
Son cuatro historias de panameños que forman parte de un grupo de 12 miembros de una banda de música y de toda una entidad policial que en medio de la adversidad de una pandemia dan lo mejor de sí por el prójimo a cambio sólo le piden algo a la población que se queden en casa, porque ellos y sus otros ocho compañeros le llevarán la música a donde estén. ¡Oye ese canto, Panamá!