Carlos III no le propuso matrimonio a Camilla Parker-Bowles en su primer romance debido a una estricta regla de la monarquía británica que prohibía que un miembro de la realeza, especialmente el futuro rey, se casara con una mujer que no fuera virgen. Camilla, quien ya tenía un compromiso previo con Andrew Parker-Bowles y un pasado conocido, no cumplía con estas expectativas. En contraste, Diana Spencer, con su imagen de inocencia y “pureza”, se ajustaba perfectamente a lo que la Familia Real buscaba para la esposa de Carlos.
La relación entre Carlos y Camilla comenzó en 1970, pero se complicó cuando Carlos se unió a la Royal Navy y, a su regreso, descubrió que Camilla estaba comprometida. A pesar de los años y varios matrimonios, la conexión entre Carlos y Camilla nunca desapareció. Su romance se reavivó en los años 80, cuando el matrimonio de Carlos con Diana estaba en crisis. Después de varios años de separación y divorcios, finalmente se casaron en 2005.