Uno de los intérpretes de música latina más destacados durante la segunda mitad del siglo XX fue, sin lugar a dudas, Cheo Feliciano, de quien se están cumpliendo 84 años de su nacimiento en Ponce, Puerto Rico, el 3 de julio de 1935. Este indiscutible ídolo boricua abarcó como cantante los más variados géneros y estilos, que oscilaban entre el son, la plena, la rumba y la guaracha, hasta el bolero, género en el cual resaltó como uno de sus exponentes más celebrados.
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Proveniente de una familia humilde -su padre era carpintero y su madre ama de casa-, su verdadero nombre era José Luis Feliciano Vega. Siempre decía que la pobreza no fue nunca sinónimo de tristeza para él. En las reuniones familiares solía cantar boleros junto a su padre, con quien también apreciaba pasar el tiempo cocinando. Desde ese momento comenzó a tocar la percusión en su ciudad natal y en 1952 se trasladó a Nueva York con su familia.
Al llegar a la ciudad de los rascacielos, trabajó en varios oficios, entre ellos el de mensajero y ya en 1955 entró como atrilero a la orquesta de Tito Rodríguez. Dos años después ya formaba parte del sexteto de Joe Cuba, donde permaneció una década y popularizó grandes éxitos de su repertorio, como El pito, A las seis, Cómo ríen y El Ratón. Más tarde fue voz líder en la orquesta de Eddie Palmieri, entre 1967 y 1969, e impuso temas como Busca lo tuyo, Ritmo alegre y Páginas de mujer. Luego se retira para ingresar a los Hogares Crea y superar sus problemas de drogadicción, después de lo cual regresa a lo grande, contratado por Jerry Masucci para su sello Fania Records . A partir de allí despegaría la etapa más brillante de su eminente carrera en la música.
Tuvo un afecto especial Venezuela, pues el nuestro fue uno de los países que con mayor cariño y admiración lo había recibido siempre, desde la época de sus inicios. Ya en 1978, en su emblemático álbum “The Singer”, en el que estaba su excelente versión de “Canta”, el tema de Rafael Hernández que revitalizó hasta convertirlo en éxito internacional, agradecía el apoyo que los venezolanos le profesábamos a través de una canción, titulada Salsaludando, escrita por Tite Curet Alonso. También en ese mismo disco interpretó, con un vistoso y original arreglo en clave de salsa, obra de Johnny Pacheco (productor del elepé), la canción de Aldemaro Romero Poco a poco, con rítmicos y jazzeados acordes. Así lo reseño Informe 21.
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En 1990, en su CD Los feelings de Cheo, incorporó el bolero de Ilan Chester Una en un millón, con arreglos de Daniel Freiberg, del cual hizo una auténtica creación. La pieza parecía hecha especialmente para él, pues estaba muy a tono con su temperamento como bolerista de fibra y garra. Otra obra de autor venezolano que el puertorriqueño llevó al disco fue Mi propio yo, de Chelique Sarabia, incluida en uno de los dos álbumes que hizo en Caracas con la Rondalla Venezolana, composición a la cual, como era su costumbre, le imprimió su inigualable sello de excelencia vocal e interpretativa.
También, en el que quizás ha sido uno de sus álbumes más laureados, Una voz… mil recuerdos, que en 1999 fue postulado como Disco del Año en Puerto Rico, dedicado a varios de los más recordados exponentes de la música y el canto latinoamericanos, interpretó, en honor a Felipe Pirela, uno de los éxitos más resonantes del zuliano con la Billo’s Caracas Boys, Para qué recordar, que en nuestra opinión es una de las mejores de las incluidas en esa grabación imprescindible.
A lo largo de su vida recibió no pocos premios, distinciones y homenajes, tanto en su Puerto Rico natal como en Estados Unidos e Hispanoamérica. Sus canciones más exitosas fueron: Anacaona, Canta, Sobre una tumba humilde, A las seis, Cómo ríen, El pito, El ratón, Salí porque salí, Juan Albañil y Amada mía.
Falleció el 17 de abril de 2014 en un accidente automovilístico. Su velorio, en el coliseo Roberto Clemente de San Juan de Puerto Rico, fue una multitudinaria manifestación de pesar.