Cada 23 de abril se celebra el Día Internacional del Libro y del Derecho de Autor, con el objetivo de fomentar la lectura y el disfrute de los libros. Se escogió esta fecha porque coincide con el fallecimiento de los escritores Miguel de Cervantes Saavedra, Garcilaso de la Vega y William Shakespeare.
Pues para conmemorar tan importante fecha, me gustaría hablarles un poco sobre uno de mis libros preferidos, El Principito, que justamente acaba de cumplir 80 años.
Datos
El Principito es el segundo libro más traducido después de la Biblia y es considerado uno de los mejores de todos los tiempos. Fue escrito por el aviador francés Antoine de Saint-Exupery y aunque fue considerado en principio un libro para niños, su carácter reflexivo lo hace una lectura interesante para todas las edades, pues las lecciones de vida que esconde son útiles tanto para los niños como para los adultos.
Fue publicado en 1943 por la editorial neoyorkina Reynal & Hitchcock. Esta novela ha sido leída y amada por generaciones de lectores en todo el mundo porque toca temas que son relevantes para todas las culturas y épocas: amistad, soledad, pérdida, el amor y la respuesta a qué es lo que importa en la vida, y todo esto a través de la historia de un pequeño príncipe que viaja por el universo.
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¿Sobrevalorado?
He escuchado a personas decir que es una obra sobrevalorada por su lenguaje simple e infantil, pero lo cierto es que a través de sus pocas páginas (unas 120) logra dar un gran mensaje. Puede que la hayas leído y no te haya gustado, es cuestión del gusto personal de cada uno, pero lo cierto es que ha logrado impactar a las personas por su capacidad para conmover y transmitir un mensaje que durante 80 años ha llegado a distintos tipos de lectores.
Frases de El Principito
Me imagino que has visto en redes sociales infinidad de frases que se atribuyen a esta obra; algunas sí aparecen en el libro, pero muchas no.
Hoy quiero compartir contigo la que es quizás una de sus reflexiones más conocidas: “Lo esencial es invisible para los ojos”, que quiere decir que las cosas que son verdaderamente importantes no son necesariamente las que se pueden ver, sino las que se pueden sentir, como el amor, la amistad, la bondad, la generosidad. Esas cosas que muchas veces pasan inadvertidas.