Mariano Rivera a todo los panameños “que puedan” a que lo acompañen a su inducción al Salón de la Fama de las Grandes Ligas en Cooperstown, Nueva York.
En una entrevista que concedió a Telemetro, el mejor cerrador de todos los tiempos repasó varios capítulos ya pasados de su vida y otros que desea escribir.
“Espero que me acompañen los (panameños) que puedan estar en con nosotros en Coperstown, Nueva York”, señaló; y agregó que “es una historia que estamos haciendo, siendo un panameño que va a ser ingresado al Salón de la Fama con una votación del 100%, eso nunca antes había pasado”.
Luego, contó que cuando niño nunca pasó por su cabeza ser beisbolista, sus sueños no llevaron esa dirección en un principio.
“Mi anhelo era ser mecánico. Me gustan los automóviles, quería tener mi taller”, y aclaró que pese a ser de Puerto Caimito, La Chorrera,"mi mente no era ser pescador o trabajar en el mar. No veía mi futuro en eso".
Recordó también cuando fue a firmar su primer contrato con la organización de los Yanquis de Nueva York: “Mis zapatos de jugar tenían un hoyo que se me salia el dedo gordo del pie, pero estaba muy contento por firmar”.
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“Yo no me siento mejor que nadie por haber alcanzado metas. No soy mejor ni peor que nadie, soy un hombre bendecido”, explicó.
Sobre sus nuevos proyectos y formas de ayudar a la sociedad panameña, Rivera señaló que: “Quiero traer algo diferente porque el deporte tiene limitaciones. Si te lesionas ya se acabo la carrera, puedes ser el mejor, pero si te lesionas, hay lesiones que truncan una carrera, pero aún así si tienes tus estudios puedes conseguir tus metas. Estamos poniendo un programa piloto en Estados Unidos para que cuando funcione, que sé que así será, traerlo acá”.
Para terminar, reveló cual fue su peor barrera cuando iniciaba su carrera profesional con los Bombarderos del Bronx. “Muchas personas solo conocen el resultado final, pero no el proceso, en el que hubo lágrimas y sonrisas. Hubo momentos en que me preguntaba ‘¿qué yo hago aquí?’, me iba a la cama llorando, frustrado porque no podía comunicarme con mi mánager, con compañeros. En el deporte si no hay comunicación se pierde todo”.