Len Bias no solo era un talento generacional; era el jugador llamado a desafiar a Michael Jordan en la NBA. Con su selección como segundo pick del draft de 1986, los Boston Celtics buscaban construir su futuro alrededor de un atleta capaz de competir al más alto nivel.
Bias había demostrado en la NCAA, enfrentando a Jordan en la ACC, que tenía las herramientas para rivalizar con el icónico número 23. Su fuerza física, combinada con un estilo explosivo y una capacidad anotadora devastadora, lo posicionaban como el complemento ideal para revitalizar una NBA que Jordan empezaba a dominar.
Los Celtics, liderados por leyendas como Larry Bird, veían en Bias la clave para mantenerse competitivos en una liga en transformación. Sin embargo, el destino truncó esa visión. Solo 48 horas después de ser seleccionado, Bias falleció debido al consumo de cocaína, dejando a Boston y al mundo del deporte sumidos en la tristeza.
Más que una oportunidad perdida para los Celtics, su ausencia dejó a la NBA sin una rivalidad que habría definido una era. Mientras Jordan consolidaba su legado, Bias quedó como un “¿qué habría sido?”, un recordatorio de lo efímero que puede ser el talento, incluso el más brillante.
Hoy, Bias es una figura que inspira tanto admiración como reflexión, un nombre que simboliza las posibilidades infinitas y los peligros que pueden apagarlas en un instante.