Con seis ciclistas al alcance del podio dirigiéndose a las últimas y más duras etapas en los Alpes, la carrera que se reanuda el martes 23 de julio luego del último día de descanso está provocadoramente lista. La feroz competencia en los primeros 2.500 kilómetros de Bélgica a Francia y un desenlace incierto de la gran final en París se están mezclando para entregar la edición más fascinante del Tour en los últimos años.
Como una lluvia de verano, el suspenso de no saber quién ganará con sólo seis de 21 etapas restantes es refrescante para la máxima carrera del ciclismo luego de años de un dominio implacable por parte del súper rico y súper calculador equipo británico Ineos, anteriormente Sky.
“Nadie está realmente controlando la carrera como tal. Es mucho más emocionante, pero es más como una partida de ajedrez en otro sentido. Es divertida”, comentó el director del equipo Ineos, Dave Brailsford, el lunes. “La gente dice que hemos capturado la carrera y que no ha sido emocionante. Ese no ha sido el caso en esta ocasión. Es divertido estar involucrado en una de las ediciones más emocionantes en un largo tiempo”.
Ya sea Geraint Thomas, el campeón defensor de Ineos, o Thibaut Pinot, el francés que resurgió en los Pirineos de lo que parecía ser una pérdida de tiempo decisiva en terreno plano antes de las montañas, podrían llegar a los Campos Elíseos con el icónico maillot amarillo el domingo.
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La victoria de Pinot podría desatar un frenesí a lo largo y ancho de Francia, que no tiene un campeón local a quien celebrar desde que Bernard Hinault lo logró en 1985 y que ha sufrido la indignación durante muchos años cuando Lance Armstrong y otros ciclistas que dieron positivo a pruebas de dopaje secuestraron la carrera que forma parte de la identidad nacional francesa como el romance o la baguette.
Pero el compañero colombiano de Thomas, Egan Bernal, o los caballos negros Steven Kruijswijk de Holanda y el alemán Emanuel Buchmann podrían volver a poner a enfriar el champaña de Francia. Con pocas agitaciones y evitando los infortunios, errores y malas jornadas que han hundido las esperanzas de obtener el título de otros contendientes, estos ciclistas figuran en el panorama del podio. Pero su consistencia sigilosa podría llegar a su límite en los Alpes, donde un ciclismo conservador podría no ser suficiente para ganar si Pinot y otros atacan, como se espera que lo hagan.
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Tan sólo 39 segundos _prácticamente nada en términos del ciclismo donde los competidores a menudo pierden minutos cuando languidecen en las escaladas grandes_ separan a Thomas, quien se encuentra en segundo sitio de la tabla general, de Buchmann en el sexto sitio. Kruijswijk es tercero, Pinot cuarto y Bernal quinto.
Saliéndose del guion, por supuesto, está el mismísimo poseedor del maillot amarillo, el francés Julian Alaphilippe. Su estilo impactante e impredecible le ha ganado varios fanáticos que estaban aburridos con las victorias que Sky, ahora Ineos, consiguió con Bradley Wiggins en 2012, con el tetracampeón Chris Froome y, el año pasado, con Thomas. Pero en los Pirineos, Alaphilippe empezó a pagar caro la energía que gastó en tomar, perder, recuperar y luego ampliar su ventaja en la carrera en la primera y segunda semana.