Las ruedas giraban a toda velocidad mientras las luces nocturnas de Bucaramanga iluminaban el descenso. Juan Aguilón, conocido como ‘Soto GV’, volaba sobre su bicicleta de gravedad, una disciplina de alto riesgo donde los frenos solo son un adorno. A sus espaldas, una niña de 13 años vivía lo que sería su última aventura.
En redes sociales, Aguilón era una estrella. Sus videos, llenos de adrenalina y temeridad, inspiraban a miles de jóvenes, pero también encendían alertas por los riesgos que asumía.
El martes por la noche, la suerte finalmente le dio la espalda. En un intento por adelantar un vehículo en plena colina, Aguilón se encontró cara a cara con una motocicleta. El choque fue brutal, y la tragedia no terminó allí: ambos cuerpos cayeron sobre la carretera y fueron arrollados por un camión que no pudo detenerse a tiempo.
La noticia sacudió las redes. Seguidores de todo el mundo lamentaban la pérdida de un ícono del ciclismo extremo, pero no faltaron quienes señalaron los peligros de normalizar conductas tan riesgosas en busca de fama. Expertos en seguridad vial subrayaron la importancia de respetar las normas, incluso en deportes extremos.
Para el psicólogo deportivo Andrés Salazar, la tragedia de Aguilón resalta un problema creciente: “Las redes sociales fomentan comportamientos extremos para ganar seguidores, pero muchas veces olvidamos que estas decisiones tienen consecuencias fatales”.
La comunidad ciclista en Colombia también se pronunció, llamando a una mayor regulación de este tipo de prácticas y destacando la necesidad de educar a los jóvenes sobre los riesgos.
El ciclismo de gravedad es un deporte que desafía los límites, pero como toda actividad extrema, requiere responsabilidad y precaución. Aguilón vivió y murió bajo sus propias reglas, dejando un legado que muchos admiran, pero también una lección que no debe olvidarse: la búsqueda de adrenalina puede costar más de lo que uno está dispuesto a pagar. La tragedia de ‘Soto GV’ y la joven que lo acompañaba nos recuerda que la adrenalina puede ser adictiva, pero la vida siempre debe ser la prioridad.