El mundo del béisbol sigue de luto. Fernando Valenzuela, el mítico lanzador de los Dodgers de Los Ángeles, falleció el pasado 22 de octubre a los 63 años, dejando tras de sí un legado inigualable. Su certificado de defunción, obtenido por TMZ Sports, revela que el mexicano sufrió de cirrosis alcohólica descompensada y cirrosis por esteatohepatitis no alcohólica. Además, los médicos sospechan que padecía una rara enfermedad cerebral conocida como Creutzfeldt-Jakob.
¿Qué es la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob (ECJ)?
Es un trastorno cerebral raro y fatal que afecta rápidamente la función mental y motora. Es causada por priones, proteínas anormales que se acumulan en el cerebro y dañan sus células. Esto provoca pérdida de memoria, problemas de coordinación y cambios de personalidad. La ECJ avanza con rapidez, y aunque es muy poco común, no tiene cura. Generalmente, la mayoría de los pacientes fallecen en menos de un año tras el diagnóstico.
La noticia cayó como un balde de agua fría para los fanáticos del béisbol. Valenzuela, quien pasó 17 temporadas en la MLB, incluyendo 11 con los Dodgers, fue más que un jugador, era un ícono cultural. Su paso por la gran carpa no solo lo llevó a la cima con el premio Cy Young de Novato del Año en 1981, sino que ayudó a Los Ángeles a conquistar la Serie Mundial ese mismo año.
Días antes de su muerte, Valenzuela decidió dejar su trabajo como locutor en español de los Dodgers para enfocarse en su salud. Ahora, sus restos descansan en Forest Lawn Memorial Park, un lugar reservado para las grandes estrellas.
Expertos en béisbol han señalado la importancia de Valenzuela como un puente entre generaciones de fanáticos. Gonzalo García, coach de baloncesto y amante del béisbol, comentó: “Fernando no solo jugaba, conectaba con la gente. Es una pérdida irreparable para el deporte”.
Con su muerte, se cierra un capítulo dorado en la historia de los Dodgers, pero su legado perdurará en los corazones de quienes lo vieron brillar. Fernando, gracias por las memorias.