Mariano Rivera ha sido el mejor cerrador en la historia del béisbol de Grandes Ligas. El panameño es el líder de todos los tiempos en juegos salvados con 652 en campaña regular y 42 en postemporada, entre muchos otros departamentos que dominó por completo a lo largo de una carrera de 19 años en las Mayores.
Esa calidad en el montículo le valió a Rivera la primera elección unánime al Salón de la Fama en los anales de la institución que abrió sus puertas en 1936.
Sin embargo, hay una figura que nunca se intimidó con la devastadora recta cortada de Rivera. Se trata nada más y nada menos que del puertorriqueño Edgar Martínez, quien acompañará a Rivera, Mike Mussina, Lee Smith, Harold Baines y Roy Halladay (de manera póstuma) el próximo domingo como nuevos miembros del Salón de la Fama con placas en Cooperstown.
En enero, cuando fueron presentados en Nueva York los nuevos elegidos al Salón, Rivera y Martínez bromearon al respecto.
“Le dije que tenía que invitarme a una cena, porque era por mí que él iba al Salón de la Fama”, contó Rivera la semana pasada en una llamada por conferencia con los medios.
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Martínez, quien junto a Baines ha sido reconocido como un Salón de la Fama basado mayormente en sus logros como designado, tuvo suficientes méritos para Cooperstown. Con .312/.418/.515 (OPS de .933) de por vida en 18 años en las Mayores con los Marineros, el nacido en Nueva York y criado en Dorado, Puerto Rico será otro digno representante de Seattle.
¿Y contra Rivera? De 19-11 con tres dobles y dos jonrones. De hecho, uno de esos batazos de dos almohadillas sirvió para “retirar” al istmeño como abridor a nivel de Grandes Ligas en 1995. Después de aquella apertura de Rivera por los Yankees contra los Marineros el 5 de septiembre de aquel año—partido en el que el panameño permitió cinco carreras limpias en 4.1 entradas, saliendo tras un doble de Martínez—Nueva York decidió de una vez por todas convertirlo en relevista a tiempo completo.
“Creo que mi mentalidad de usar todo el terreno (ayudó vs. Rivera)”, expresó Martínez, quien fue elegido al Salón en el 2018-19 en su última oportunidad en la boleta de la Asociación de Escritores de Béisbol de Norteamérica (BBWAA, por sus siglas en inglés). “Él tiraba mucho a las esquinas. El 95% de sus pitcheos le daban a las esquinas del plato. Yo me decía, ‘Busca algo del medio hacia afuera y no trates hacer demasiado. Simplemente trata de hacer contacto’.
“Cada vez que trataba de dar un swing duro contra Mariano, estaba muy tarde o fallaba. De ahí decidí tratar de hacer un contacto sólido del medio hacia afuera y empecé a tener algo de éxito. Pero de igual manera, nunca llegué a sentirme cómodo enfrentando a Mariano. Siempre fue difícil”.
De su parte, Rivera coincide con Martínez en torno a la estrategia del boricua ante sus venenosos envíos.
“Creo que la diferencia (con Edgar) era que él le daba a la bola donde se le lanzaba”, dijo Rivera, quien estuvo en Grandes Ligas al mismo tiempo que Martínez de 1995 al 2004. “Si yo le tiraba afuera, él le daba por ahí mismo.
“Él no tenía muchos huecos (en su swing) y me supongo que por eso pudo darle a la bola mejor que el resto”.
En sentido general, Martínez bateó .317 contra los Yankees, con 103 empujadas en 138 partidos. Es más, su batazo más famoso fue el doble que dejó en el terreno a Nueva York en el decisivo Juego 5 de la Serie Divisional de la Liga Americana en octubre de 1995 frente a Jack McDowell.
No obstante, Rivera y los Yankees cobrarían venganza derrotando a los Marineros en la Serie de Campeonato de la Liga Americana tanto en el 2000 como el 2001. En la edición del 2000, Rivera retiró a Martínez en el Juego 6 para ponerle fin al partido y a la serie.
“Hablamos de eso en Nueva York”, recordó Martínez. “Le dije que cambiaría todos mis hits por (otra oportunidad de ganar aquellas series).
“Lo respeto mucho”, concluyó Martínez sobre Rivera. “Nos hemos reído de eso, pero no le hablo mucho sobre el particular. Es un hombre de mucha clase”.