La reciente confirmación de Damaris Young como presidenta del Comité Olímpico de Panamá (COP), luego de un conflictivo proceso de elección, no puede ser considerado como el cierre de otro lamentable episodio en el deporte nacional.
Los hechos que empañaron el citado proceso, y que pocos valientes se han atrevido a denunciar públicamente, son solo parte de la corrupción que carcome todas las actividades del país y que si no son perseguidos y arrancados de raíz están destinados a repetirse.
Documentado está que las actividades deportivas en el país se han convertido en los nuevos nichos de las rebuscas de los políticos, muchos de ellos funcionarios electos o designados. Todo ello mientras nuestros atletas reciben migajas para su formación o preparación física, en el mejor de los casos.
Es responsabilidad ciudadana seguir presionando la herida hasta sacar la pus que carcome el tejido de nuestras instituciones, incluyendo las deportivas. Así mismo, crear mecanismos que resten estímulo a estas prácticas parasitarias.