Era la primavera de 1996, y en las oficinas de los Yankees de Nueva York, ubicadas en Tampa, Florida, el gerente general de la franquicia Bob Watson y su asistente Brian Cashman tuvieron una reunión de tres horas con dueño, George Steinbrenner. El objetivo era no perder a Mariano Rivera.
Tony Fernández y Pat Kelly habían sufrido graves lesiones, y Steinbrenner no creía en que Derek Jeter pudiera ser el campocorto titular de la temporada que estaba por venir.
El año anterior, Jeter vio acción en 15 partidos, conectó 12 imparables, anotó cinco carreras y empujó otras siete. Pero sus partidos en el entrenamiento primaveral no dejaban asombrosos números, lo que aumentaba el pesimismo de Steinbrenner.
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Los Yankees tenían muchas esperanzas en Jeter, tras picarlo en la primera ronda del Draft de 1992. Pero Steinbrenner prefería otra alternativa antes que el prospecto de 21 años de edad.
La opción era el dominicano Félix Fermín, pues los Marineros ya tenían listos a Alex Rodríguez para la posición y querían a Rivera y Bob Wickman entre sus lanzadores. Rivera venía de ganar cinco partidos en 1995 y 10 de sus 19 juegos fueron como abridor.
“Lo convencimos de no hacer el cambio, y el resto es historia”, mencionó Cashman.
Derek Jeter se convirtió en el Novato del Año de la Liga Americana en 1996 y Mariano Rivera dejó de ser abridor y poco a poco empezó a escribir su historia como el mejor salvador de todos los tiempos.
En octubre, los Yankees le ganaron la Serie Mundial a los Bravos de Atlanta, y atrás quedó esa complicada reunión de marzo.
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Steinbrenner le decía “Mo” a Mariano, falleció en el 2010, y en el día de su retiro, Rivera ofreció un discurso en el que resaltó el agradecimiento muy especial con el dueño del equipo de béisbol más famoso del mundo.
“Quiero agradecer muy especialmente a George Steinbrenner por darme la oportunidad de jugar para su equipo”, expresó Mariano ante miles de personas en el Yankee Stadium.