Los Juegos Olímpicos de París 2024 siguen enfrentando un evidente desafío, que sigue con una firme y peligrosa amenaza: la contaminación del río Sena. Este emblemático cuerpo de agua, que atraviesa el corazón de la ciudad, ha sido el centro de atención debido a los altos niveles de bacterias que ponen en riesgo la salud de los atletas y la viabilidad de las competencias acuáticas. A pesar de los esfuerzos monumentales y una inversión de más de 1,500 millones de dólares para mejorar la calidad del agua, el reciente episodio de contaminación ha llevado a la cancelación de la primera sesión de entrenamiento de natación para los triatletas. Este incidente ha desatado un debate sobre la seguridad y las medidas a tomar para garantizar que el río esté en condiciones óptimas para las pruebas de triatlón y natación en aguas abiertas.
El problema de la contaminación del Sena no es nuevo. Históricamente, este río ha sido un punto de descarga de aguas residuales y contaminantes, lo que ha resultado en niveles peligrosamente altos de bacterias, especialmente E. coli. Los esfuerzos por limpiar el Sena se intensificaron en los últimos años, especialmente en vista de los Juegos Olímpicos, un evento que promete atraer la atención mundial. La alcaldesa de París, Anne Hidalgo, incluso se sumergió en el Sena en un gesto simbólico para demostrar la seguridad del agua, pero los recientes resultados de las pruebas de calidad del agua han sido desalentadores.
Las fuertes lluvias que azotaron la capital francesa en las últimas 48 horas complicaron aún más la situación, al incrementar el flujo de contaminantes hacia el río. A pesar de una serie de pruebas que indicaban que el agua era apta para la competición, las precipitaciones alteraron los niveles de E. coli, llevando a la decisión de cancelar las sesiones de entrenamiento acuático. Los organizadores de París 2024 y World Triathlon han expresado su confianza en que la calidad del agua mejorará antes de las competiciones, que están programadas para comenzar el martes.
No obstante, el equipo olímpico de triatlón de Estados Unidos, liderado por Scott Schnitzspahn, se mantiene cauteloso. Schnitzspahn ha estado recibiendo actualizaciones diarias sobre la calidad del agua, y ha planteado la posibilidad de activar un plan B, que consistiría en retrasar el triatlón por un día. En el peor de los casos, el plan C implicaría eliminar la parte de natación del evento, una medida extrema pero necesaria si la situación no mejora.
Uno de los triatletas, el estadounidense Seth Rider, ha adoptado una estrategia poco convencional para prepararse para los niveles de E. coli del Sena. Rider ha declarado que, para aumentar su umbral de tolerancia a la bacteria, ha estado exponiéndose deliberadamente a E. coli, evitando prácticas básicas de higiene como lavarse las manos después de ir al baño. Esta confesión ha generado una mezcla de reacciones, desde la incredulidad hasta el apoyo, ya que refleja la determinación de los atletas de competir a pesar de los riesgos.