Ian Fleming, autor de las novelas de James Bond, buscaba un nombre discreto y viril para su protagonista. En su casa de veraneo en Jamaica, el autor quería un nombre para el protagonista de la novela que acababa de escribir: “Casino Royal”.
Fleming, ornitólogo aficionado, sentado frente a la máquina de escribir, vio la portada de uno de sus libros favoritos, uno al que acudía casi cada mañana. “Birds of West Indies”, un catálogo de las aves de la región escrito por uno de los más respetados ornitólogos del mundo, el norteamericano James Bond. Le pareció un gran nombre. Un primer nombre bien común y un apellido corto, fácil de pronunciar. Y, de paso, hacía homenaje a uno de sus héroes, el hombre que había recopilado e identificado las especies que él disfrutaba cada mañana.

Sin embargo, este gesto no fue bien recibido por el verdadero James Bond, quien se disgustó cuando descubrió que alguien había usurpado su identidad para nombrar a un personaje aventurero, mujeriego, con licencia para matar. El escritor explicó que se trataba de un homenaje y ofreció compensaciones simbólicas. Con el tiempo, la familia del ornitólogo aceptó la situación y hasta llegaron a apreciarla.
A pesar del éxito mundial de las novelas, el verdadero James Bond enfrentó inconvenientes debido a la confusión con el agente secreto ficticio. En algunas fronteras no le aceptaban los documentos porque suponían que estaban adulterados. Sus cheques eran rechazados al ver la firma creyendo que estaban siendo timados.
Finalmente, Ian Fleming invitó a James Bond y a su esposa a su casa en Jamaica (llamada Goldeneye). En 1964, por primera y única vez, el autor y el ornitólogo se reunieron en una visita amistosa donde hablaron sobre los pájaros y del éxito de las novelas. Fleming falleció pocos meses después; mientras que James Bond murió en Filadelfia 36 años atrás a los 89 años.