El estadounidense de origen puertorriqueño José Padilla, apodado el “talibán boricua”, cumple este mes de agosto 20 años preso en una cárcel de máxima seguridad de EE.UU. por un caso que, sin duda, sirvió para limitar el poder del Gobierno amparado en la etiqueta de “combatiente enemigo”.
Muy lejos queda el anuncio resonante que hizo en 2002 el fiscal general de entonces, John Ashcroft, de que Padilla planeaba hacer estallar una “bomba sucia” en EE.UU. fabricada con desechos radiactivos, una mención que después nunca figuró en la acusación formal de la Fiscalía.
El anuncio del fiscal mantuvo en vilo al país y coincidió, extrañamente, con uno de los puntos más críticos de la polémica suscitada por los clamorosos fallos cometidos por la CIA y el FBI previos a los ataques del 11 de septiembre de 2001 (11-S) en suelo estadounidense.
Padilla, ahora de 51 años, fue detenido como “combatiente enemigo” en el aeropuerto de Chicago (Illinois) en agosto de 2002 al regresar de Pakistán y, tres años después, acusado formalmente de integrar una célula terrorista de apoyo a Al Qaeda y de conspirar para secuestrar, mutilar y asesinar en el extranjero como parte de una “guerra santa”.
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El caso del estadounidense no se libró de la polémica y se sucedieron las denuncias en los tribunales por parte de sus abogados y de organizaciones en favor de los derechos individuales, al considerar que su detención fue ilegal y se le torturó, una reclamación que fue desestimada en 2012 por la Corte Suprema.
La controversia arrancó en 2002, cuando el entonces presidente George W. Bush (2001-2009) emitió una orden ejecutiva que calificó a Padilla de “combatiente enemigo” (pese a ser ciudadano estadounidense) y fue trasladado por agentes militares de una cárcel de Nueva York a una base militar naval de Charleston, en Carolina del Sur.
En esa instalación militar estuvo incomunicado y detenido tres años y medio sin que se le presentaran cargos, y luego fue transferido a la justicia civil.
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UN CASO QUE LIMITÓ EL PODER DEL GOBIERNO
La Unión de Libertades Civiles (ACLU, en inglés) denunció en su momento que este musulmán converso fue “encarcelado sin cargos durante casi cuatro años, sometido a abusos extremos y que no pudo comunicarse con sus abogados o familiares durante dos años”.
“El caso Padilla fue importante para limitar el poder del Gobierno. Ya no puede usar la etiqueta de ‘combatiente enemigo’ para justificar la negación de los derechos básicos garantizados en la Constitución a los ciudadanos estadounidenses”, dijo a Efe Tamara Lave, profesora de Derecho Penal en la Universidad de Miami (UM).
De hecho, Padilla es el único ciudadano estadounidense arrestado en este territorio que ha sido tratado como “combatiente enemigo” y que se le negó durante años el acceso a un abogado.
Sostiene Lave que “negarle a Padilla el debido proceso durante 3,5 años (preso en un calabozo de la Marina) fue censurable”, y “aún peor el hecho de que fue torturado”, destaca la académica graduada en Derecho por la Universidad Stanford y profesora también de Derecho Procesal en la UM.
En agosto de 2007, el expandillero convertido al Islam como “Abdullah al-Muhajir”, fue declarado culpable de todos los cargos y, en 2008, ya transferido a un centro de detención federal de Miami para su juicio, fue condenado a 17 años de prisión.
Pero en 2014, la jueza a cargo amplió a 21 años la condena, tras un fallo de la Corte de Apelación que ordenó establecer una nueva sentencia al considerar que la de 17 años era muy “indulgente”.
Recuerda Lave que Padilla y sus abogados demandaron al entonces fiscal adjunto a la Oficina de Asesoría jurídica del Departamento de Justicia (OLC) de EE.UU, John Yoo, por el “trato que recibió en el calabozo de la Marina donde estuvo detenido” y donde, según la defensa, “fue torturado”.
PUEDE QUEDAR EN LIBERTAD EN 2025
Medios nacionales y locales recogieron en 2014 que, según los registros judiciales, Padilla recibió “gritos y amenazas de muerte durante los interrogatorios y estuvo encadenado durante horas en posiciones insoportables”, además de estar confinado en una celda sin ventanas, entre otras vejaciones sufridas.
Sin embargo, esos años detenido en la base militar no cuentan en su condena, por lo que, posiblemente, Padilla será liberado en 2025 de la prisión de máxima seguridad donde se encuentra preso, “El Alcatraz de las Rocosas”, la prisión “Supermax”, en las cercanías de Denver (Colorado).
Esta prisión, cuyo nombre oficial es Administrative Maximum Facility (ADX), está considerada como una de las más seguras del mundo y se encuentra a 90 millas (144 kilómetros) al sur de Denver.
Padilla nació en Brooklyn y se crió en Chicago y en el condado floridano de Broward, donde vivió entre 1991 y 1998, antes de mudarse a Egipto y entrenarse en un campamento de Al Qaeda en Afganistán en el 2000. EFE