Una investigación llevada a cabo por un grupo de científicos del Departamento de Ingeniería Civil, Ambiental y Arquitectura de la Universidad de Colorado ha podido demostrar que cada vez que vamos a un baño público y jalamos la cadena estamos respirando gotículas de orine y de excrementos.
Y es que según los investigadores, la descarga de un inodoro genera un flujo turbulento violento que libera gotitas y aerosoles, alcanzando alturas superiores a 1.5 metros, siendo un escenario de riesgo para la transmisión de enfermedades por medio de heces fecales.
“Las gotas más grandes se asientan en segundos, pero los aerosoles más pequeños (menos de 5 micras) pueden permanecer suspendidos en el aire”, destacan los investigadores.
“Los patógenos en las paredes laterales de la tarza del inodoro o en el agua de la taza contribuye a la contaminación por aerosoles y la contaminación del agua de la taza puede persistir después de docenas de descargas”, añaden.
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Los investigadores, entre ellos John P. Crimaldi, Aaron C. True, Karl G. Linden, Mark T. Hernandez, Lars T. Larson & Anna K. Pauls, usaron luz láser para iluminar los aerosoles expulsados, en el que cuantificaron la cinemática de las columnas que emanan de un inodoro comercial tipo fluxómetro y usaron el movimiento de las partículas de aerosol para calcular los campos de velocidad del flujo asociado.
“La descarga del inodoro produce un fuerte chorro caótico con velocidades superiores a 2 metros por segundo; este jet transporta aerosoles a alturas que alcanzan los 1,5 metros dentro de los 8 segundos de iniciar una descarga”, explican en el estudio titulado “Commercial toilets emit energetic and rapidly spreading aerosol plumes”, publicado el pasado 8 de diciembre en la revista Nature.
El objetivo de la investigación es para que en el futuro se puedan instalar, o en el mejor de los casos, inventar nuevos modelos de excusados o que los comercios puedan aplicar el saneamiento adecuado a los baños públicos.
Aunque la investigación puede que no sea nada nuevo para nosotros, eso nos indica que con más razón deberíamos seguir usando los tapabocas cuando vamos a un baño público (y cambiarlos después de eso).