Cuando hablamos de la invasión, tengo sentimientos encontrados.En lo personal, me duele que un ejército haya ocupado nuestro territorio y dejado a tantos panameños muertos. Aunque con los gringos en la ribera del canal, ya estábamos ocupados, usando la frase gastada, “producto de la firma de un tratado que ningún panameño firmó”. Digo gastada, porque no veo la diferencia entre el entreguismo aquel con el de ahora. Por ejemplo, “un contrato minero que malos panameños aprobaron, sancionaron y publicaron”
Volviendo al tema de la invasión y mis sentimientos encontrados. En esa época, se me estaban truncando mis estudios. Los militares/Gobierno , había cerrado el lugar donde trabajaba, los bancos estaban cerrados, y mis ahorros estaban congelados. En la empresa que me acogió durante ese periodo, trabajamos tres días por semana para mantener las fuentes de trabajo, versión anterior a lo que pasó durante la pandemia. Colamarco se paseaba con un fusil y sus Batallones de la Dignidad. Muchos panameños salieron del país, huyendo de esta tragedia. Evocando el éxodo de nuestros hermanos colombianos y como un anuncio del de los venezolanos hoy día.
La historia traicionera de los políticos criollos, ha sido así, de traición en traición. Han tratado de justificar la venta de los recursos de nuestro país. Han vendido sus conciencias por dinero y por pleitesía a figuras cuestionadas, que han manchado y manchan todavía la reputación de nuestra nación. ¿Por qué los ciudadanos decentes tenemos que pagar el precio de estas traiciones?
Batalloneros de alto perfil, quedaron reciclados en los gobiernos PRD’s posteriores a la invasión. Colamarco anda por ahí reído. Pero los muertos, muertos quedaron. Solo en el recuerdo anual de cada 20 diciembre, y en el diario de sus familias. Hemos cometido error tras error, en confiar en una partida de miserables. Estos, a través de los años, han cultivado fortunas, creado programas clientelistas y jugando con la necesidad de muchos panameños. Utilizando al máximo las reglas del manual gatopardista.
La invasión fue una actividad visible del orden mundial al que me opongo. Pero también me opongo a la invasión invisible. Aquellas que nos mantienen inertes ante la liberación plena de cada panameño. Esa, que nos obliga a votar por el menos malo. La liberación de ese secuestro que nos tienen un grupito de mafiosos, amparados en un fuero legislativo, que a todas luces, es violatorio de la Constitución y que nos aguantamos. Criticamos la forma de hacer justicia en otros países, so pretexto de no inmiscuirnos en asuntos de otros países. Pero mucha gente aquí se come un cable, mientras otros, hacen grandes fiestas para su grupito, con los dineros del Estado. Aquí, ¿Cuál sería el pretexto?
Consideraciones del autor
Tenemos que levantar las voces de protesta, denunciar, participar, deplorar, repudiar y todos aquellos verbos que puedan manifestar nuestro total rechazo a los que esté mal.
Agradezco a mis lectores y amigos por sus comentarios a mis escritos.
Gracias por leer mis aportes en este blog. Recuerda: El conocimiento es infinito… y gratis.