Drástica caída del empleo formal e inversión privada
La dramática pérdida de empleo fue el resultado de la súbita interrupción de $888 millones de compras anuales de la operación minera a otros sectores de la economía, de manera concurrente con una importante disminución tanto de la inversión privada nacional como extranjera (IED).
Entre enero y noviembre 2024, los nuevos financiamientos bancarios al sector productivo fueron $2,405 millones menos que en el mismo período del 2019, mientras que el flujo de IED pasó de $4,835 millones en 2019 a unos $3 mil millones en 2024 (estimado).
Relativo al 2019, sumando $888 millones de la operación minera + $2,405 millones menos de nuevos financiamientos bancarios al sector productivo (todos dirigidos al sector interno de la economía, que genera la mayoría de los empleos) + $1,835 millones menos de IED, tenemos que el “déficit” de inversión privada en la economía supera los $5,100 millones.
En el 2019, MITRADEL tramitó 378,495 nuevos contratos laborales, pero sólo se agregaron a la economía 52,040 nuevos empleos (2018-2019), todos informales. En el 2024, MITRADEL cerrará con unos 282 mil nuevos contratos laborales tramitados y 54,107 empleos formales perdidos versus 2023.
La diferencia está en los $5,100 millones menos de inversión privada, que contrasta con el dramático aumento de la deuda externa, de $26 mil millones en julio 2019 a $52 mil millones en julio 2024, que no se tradujo en inversión productiva.
Impacto laboral superior al estimado
El 17 de abril 2024, la entonces Ministra de Trabajo y Desarrollo Laboral (MITRADEL), Doris Zapata, señaló que el cierre minero ocasionó un aumento del 1.5% en la tasa del desempleo, lo cual representaba la pérdida de 31,413 empleos formales.
El efecto fue mucho mayor. Entre agosto 2023 y octubre 2024 el empleo total en la economía disminuyó en 30,682 trabajadores, pero 47,656 empleos no agrícolas desaparecieron, y 54,107 trabajadores formales no agrícolas perdieron sus empleos. Como referencia, en el 2020 el sector privado perdió 363,920 empleos formales.
El detalle de la pérdida de empleo por actividad económica aún se desconoce, pero el impacto fue masivo y abarcó prácticamente a todos los sectores de la economía, resaltando la importancia del empleo indirecto e inducido derivado de la inversión productiva.
Panamá y Panamá Oeste perdieron 72,766 empleos formales en 14 meses, impacto parcialmente compensado por aumentos en otras regiones, como Chiriquí (+7,903), Veraguas (+6,272), Colón (+3,445) y Herrera (+3,082).
Chiriquí, a pesar de haber estado “secuestrada” entre octubre y noviembre del 2023, generó 38,128 nuevos empleos (79% informales), mientras que la planilla estatal aumentó en 1,574 funcionarios a nivel nacional en ese lapso.
Nuestra crisis laboral no es de empleo, sino de confianza
Nuestra economía no genera empleo formal, lo genera el Estado, con plata prestada. Según cifras del INEC, en agosto 2023 había prácticamente la misma cantidad de asalariados privados (853,938) que en agosto 2012 (853,663), por lo que la pérdida de 54,107 empleos formales no agrícolas entre agosto 2023 y octubre 2024 (14 meses), a raíz de la crisis minera, es una muy mala noticia.
Por otro lado, entre el 2019 y 2024, la deuda externa panameña pasó de $26 mil millones a $52 mil millones, mientras que la emisión de $2 mil millones que hizo la Administración Cortizo en julio 2019 se pactó a una tasa de interés del 2.83% y el Cuarto Puente (2024) se está financiando al 9.3%. En 5 años, duplicamos el tamaño de la deuda y triplicamos el costo del endeudamiento externo.
En ese contexto, todas aquellas propuestas que involucren una mayor participación del Estado para salvar el IVM probablemente implicará más deuda en condiciones bastante más desfavorables que en el 2019.
Urge transmitir confianza de que invertir en Panamá es buen negocio, particularmente en aquellos sectores que generan la mayoría de los empleos. Sin inversión privada, la CSS está “condenada a muerte”.
La CSS necesita más cotizantes, no más impuestos.