Apreciados lectores, es un gran gusto dar inicio a este espacio. Agradezco profundamente a los amigos de MIDIARIO.com la invitación para poder comunicarnos y compartir reflexiones y enseñanzas de temas actuales. En mi caso personal, inspiradas por la milenaria sabiduría de la tradición judía.
Un rabino es un maestro y desde ese lugar intentaré, con toda humildad, aportar mi granito de arena para enriquecer la conversación tratando siempre de fomentar el encuentro fraterno que surge de reconocer y celebrar la diversidad étnica y religiosa que caracteriza a nuestro país.
Y por esas casualidades de la vida (que uno nunca sabe si son causalidades) el comienzo de este espacio coincide con “la Semana Mundial de la Armonía Interconfesional” que se celebra la primera semana de febrero desde el año 2011 cuando fue instituida por la Asamblea General de las Naciones Unidas, con la idea de que “la comprensión y el diálogo entre religiones constituyen dimensiones importantes de la cultura de paz.”
A eso hay que sumarle que, desde el año pasado, se estableció el 4 de febrero como el Día Internacional de la Fraternidad Humana. Se trata de un valioso esfuerzo para generar una mayor cooperación interreligiosa que impulse el respeto a la diversidad y rechace toda forma de odio religioso.
Volviendo a Panamá, la armonía entre las distintas tradiciones religiosas ha sido una constante al largo de los años y así quedó instituido en la Constitución Nacional (Art. 35) que estableció la libertad de culto. A esa larga trayectoria de fraternidad, se añade en los últimos 20 años una fuerte labor interreligiosa que viene a dar testimonio del compromiso de los líderes religiosos con la construcción de una sociedad que reconozca su pluralidad y pueda apreciarla.
Una de las imágenes que atesoro con más cariño fue el día de la inauguración del tercer juego de esclusas del Canal de Panamá en junio 2106. Aquella jornada solemne, de la cual estaba pendiente todo el pueblo panameño y millones de personas a lo largo y ancho del mundo, comenzó con una bendición multirreligiosa (tuve el honor de ser uno de los 5 líderes religiosos que participó de esa jornada memorable) como expresión de la variedad religiosa de nuestra sociedad.
Y es que Panamá es un mosaico. Y la belleza del mosaico surge de la unión de todas las individualidades en esa imagen que se forma a partir de comprender que cada uno es único y con sus particularidades, con su color, su forma y su textura contribuye al enriquecimiento del conjunto.
Espero que juntos, desde este espacio, podamos apreciar aún más la hermosura del mosaico panameño y la nobleza y la solidaridad de su gente.