La crisis de los migrantes, ya sean los que abandonan despavoridos Afganistán; o más cerca, los que atraviesan la selva del Darién o los que intentan en medio de incertidumbre ingresar a Estados Unidos se ha estado robando los titulares de los medios de comunicación del mundo en los últimos días.
Detrás de muchos de ellos hay historias de terror, de cómo son explotados en sus difíciles travesías por particulares, pero también por miembros de entidades públicas que deben servir con probidad y humanidad. Bajo ese contexto, se celebra hoy el Día Internacional contra la Explotación Sexual y la Trata de Personas.
Una fecha que debería servir para reforzar las iniciativas que propicien que cualquier persona sea tratada con humanidad.
Sin embargo, nos encontramos bajo una coyuntura de violaciones, abusos, desinterés social y apatía gubernamental hacia un mal que en vez de corregirse, empeora.
La ocasión es propicia para poner el tema sobre la palestra y recordar que en pleno siglo XXI cualquier oportunidad es aprovechada para explotar al prójimo.