La descentralización municipal, que se aprobó en Panamá en la época de Martín Torrijos y fue mejorada en la pasada administración, era una esperanza para que las comunidades recibieran apoyo directo, porque el Gobierno Central no llega a los barrios y las áreas apartadas.
Pero resulta que los gobiernos locales están llenos de funcionarios con licencias con sueldo y ahora cobran exorbitantes gastos de movilización. Incluso, usan este dinero para pagar planilla y hacer clientelismo político. Es decir, el propósito se perdió en el camino y las comunidades siguen olvidadas, solo les tocan migajas. Así nunca habrá desarrollo, sino paliativos.
Lo que es peor, las gestiones de las alcaldías y juntas comunales en su mayoría son incompetentes, poco transparentes y llenas de politiquería.
Para dar un ejemplo, en Costa Rica seis alcaldes fueron detenidos y están siendo investigados por corrupción. Si acá fueran diligentes cuidado y nos quedamos sin autoridades locales porque los escándalos abundan. Para muestra un botón, el exalcalde de Arraiján Pedro Sánchez Moró, del PRD, fue condenado por peculado, pero sigue prófugo.