Nunca me cansaré de decir que ser pobre, no es sinónimo de ignorancia. En este escrito, quiero analizar lo que es ser pobre en este país. Tenemos gente necesitada en muchos lugares. A estos en teoría, debe llegarle la ayuda social, sin sesgos políticos y sin remordimientos de si nos cuesta o no.
En las redes sociales y en los medios, vemos cómo en muchos lugares, padres e hijos arriesgan sus vidas para que los segundos puedan asistir a la escuela. Todavía quedan los caminos de tierras y los lodazales en muchas comunidades. No nos debe importar si la cultura de aquellos los margina o ellos se marginan voluntariamente, porque en la áreas apartadas, encuentra un pedazo de tierra que les sirva, como espacio para su vivienda, porque no tienen cómo pagar algo formal.
Los acuerdos firmados con la ONU para cumplir con los Objetivos del Milenio, deben enfocarse en cumplirlos y no edificar instituciones burocráticas y dejar de jugar con el dolor ajeno.
La pobreza de los más pobres, no es un tema que se pueda dejar sin presupuesto, ni aprovechar la coyuntura para negociar espacios políticos con las voraces fieras de las Asamblea.
La pobreza debe ser digna, en lo que concierne a la atención del Estado. Aquí no cabe la mezquindad. Tampoco es un tema único que deba atender el Estado. Todos debemos contribuir a mirar a los que tenemos a cada lado, y ayudar de la mejor forma posible.
Tenemos conciudadanos honestos y humildes, que todos los días salen a ganarse la vida con un machete o con una güira, con la venta de productos de su cosecha personal o vendiendo chucherías en las calles.
La pobreza pega más duro cuando se junta con la enfermedad. El alejamiento de los centros urbanos lo agrava a la enésima potencia. Algunos consiguen ayuda con remedios de la sabiduría de nuestros ancianos.
Hoy, en otro contexto, la frase “Ni millones ni limosnas, queremos justicia” cobra mayor relevancia. Sí, queremos justicia, pero esa justicia social, que puede y debe cambiarle la vida a muchos de nuestra gente. Recuperamos el Canal, hemos avanzado en muchos aspectos, pero tenemos una deuda.
Dentro del derroche y la opulencia, los fueros y privilegios, el poco importa y la robadera, miremos allá donde se nos olvida que los pobres existen, y donde el ser humano no puede ser indolente. Recordemos que el ser humano es social por naturaleza, de manera individual, grupal y en una organización. En este caso, la organización es nuestro país.
VEA ADEMÁS: Declaran alerta verde en Panamá por la trayectoria de un evento ciclónico
Consideraciones del autor
Tenemos que levantar las voces de protesta, denunciar, participar, deplorar, repudiar y todos aquellos verbos que puedan manifestar nuestro total rechazo a lo que esté malo.
Agradezco a mis lectores y amigos por sus comentarios a mis escritos.
Gracias por leer mis aportes en este blog. Recuerda: El conocimiento es infinito… y gratis.