A partir del anochecer del miércoles 5 de abril y durante ocho días, el pueblo judío estará celebrando la fiesta de Pesaj que rememora la liberación de los israelitas de la esclavitud egipcia por obra de la intervención divina, ocurrida hace unos 3200 años aproximadamente.
Durante la fiesta está prohibido ingerir alimentos con levadura. En su lugar acostumbramos a comer Matzá -pan ázimo- una suerte de galleta plana y crocante, hecha de harina y agua pero que no ha tenido tiempo de leudar.
La Torá (el Pentateuco) nos dice que, en la urgencia de la salida, los israelitas tuvieron que hornear la masa sin darle tiempo para que leude. Desde entonces la Matzá representa el pan de la opresión, el pan del pobre. Es el pan que se parte y se comparte.
El ritual principal de Pésaj es el Séder, la cena ceremonial que ser realiza en el hogar las primeras dos noches y que incluye la narración del del éxodo, lecturas, canciones y la ingesta de ciertos alimentos fuertemente cargados de simbolismo (por ejemplo las hierbas amargas que nos recuerdan el sufrimiento de nuestros antepasados, el Jaroset, una mezcla color chocolate que evoca los ladrillos que utilizaban los esclavos israelitas).
El Séder es un espacio de encuentro intergeneracional en donde el objetivo no es sólo recordar, sino también revivir la experiencia de la esclavitud y de la redención divina.
Este antiquísimo ritual (es muy probable que la última cena de Jesús haya sido un Séder) es además una invitación a reflexionar sobre el significado de la esclavitud y de la libertad en nuestro tiempo. Dice la Torá (Éxodo 13:8): “Le contarás a tu hijo en aquel día diciendo esto es lo que hizo Dios por mi cuando me sacó de Egipto” Por eso, los niños son los verdaderos protagonistas de la celebración. El despliegue de comidas atípicas los lleva a plantear ¿por qué esta noche es diferente a todas las demás?, y el uso de una variedad de recursos pedagógicos en forma de juegos, canciones y rituales apunta a invitarlos a un ejercicio espontaneo de preguntas en donde las respuestas los nutren de tradición e identidad.
Egipto, en hebreo, se llama Mitzraim. El término viene de la misma raíz que la palabra “Tzar”, que significa angosto o angustia. Pésaj rememora la salida de la opresión en Mitzraim y a la vez nos convoca a liberarnos de nuestras propias angustias, a romper las cadenas que nos impiden crecer y desarrollar nuestro potencial, como individuos y como sociedad.
Sobre el final del Séder, abrimos la puerta de nuestra casa, con la esperanza de que el profeta Elías se haga presente. De acuerdo con la tradición judía, él será el encargado de anunciar la llegada de la era mesiánica. Y lo esperamos, pues la celebración del éxodo de Egipto, el mismo que inspiró tantas gestas de liberación a lo largo de los siglos, es también una convocatoria para hacer realidad nuestro anhelo de construir un mundo de justicia, paz y solidaridad. Comencemos a trabajar en ello.