Este sábado en la noche comienza la celebración de Shavuot, la Fiesta de las Semanas o como también se la conoce en español el Pentecostés (palabra de origen griego que significa “el día 50″). De acuerdo con el texto bíblico, después de contar 49 días luego del inicio de la Pascua llegamos a esta celebración que en tiempos antiguos se caracterizaba por presentar la ofrenda de los primeros frutos de la temporada para así dar comienzo oficial a la cosecha.
En una etapa posterior, la tradición judía asoció a esta fiesta con un hecho histórico sumamente trascendental. En Shavuot fue entregada la Torá a los israelitas reunidos al pie del monte Sinaí que escucharon de boca de Dios los Diez Mandamientos.
La Torá es el libro sagrado de la tradición judía y constituye la primera parte de la Biblia hebrea. Está compuesta por cinco libros (Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio), de allí que se le conozca también con el nombre de Pentateuco.
El texto está escrito en hebreo e incluye el relato del origen del mundo y del pueblo judío (desde Abraham hasta la muerte de Moisés), así como también un conjunto de leyes (las 613 Mitzvot o preceptos) que establecen la normativa para la vida judía.
Cada semana se lee en la sinagoga una de las 54 porciones en que está dividido el texto hebreo (la separación en capítulos y versículos con la que estamos familiarizados es recién del del siglo XIII) y se va avanzando en forma secuencia hasta completar su lectura al cabo de un año, para volver a comenzar su lectura.
La santidad de la Torá radica tanto en su origen divino (para algunos esto significa que Dios dictó cada palabra, mientras que otros hablan de “inspiración divina”) como en el hecho de que ha sido considerada sagrada por nuestro pueblo durante los últimos 2,500 años. Su fortaleza reside en su estudio constante del cual emana la fuerza inspiradora a partir de la cual se construye la vida judía y nos da la sabiduría para enfrentar con integridad los desafíos que se nos presentan. Allí se genera la energía vital que alimenta nuestro compromiso con los ideales y los valores de nuestra Tradición.
Cuenta el propio texto que cuando el pueblo judío escuchó de boca de Dios las palabras del Decálogo y las leyes del pacto respondió al unísono: “Cumpliremos y entenderemos” (o, en una traducción más apropiada: “Cumpliremos fielmente”). Y esa respuesta aparece en el libro de Éxodo 24:7.
¿Qué significa 24:7? me preguntó alguien. Yo respondí, capítulo 24, versículo 7. Ah, me dijo la misma persona, yo pensé que significaba que nuestro compromiso al llamado divino debe ser las 24 horas del día, los 7 días de la semana.
Y no pude decirle nada. Tiene razón.
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