Recuerdo con mucha nitidez aquella clase en mis primeros años de estudios rabínicos en la que nuestro profesor de filosofía nos lanzó con aparente inocencia una “simple” pregunta: ¿Es posible cambiar el pasado?
Tras unos segundos de silencio, un compañero evocó la famosa escena de la película Superman (1978) en donde el superhéroe - tras encontrar muerta a su amada Luisa Lane - decide usar sus poderes para dar vueltas alrededor de la tierra en sentido opuesto a su rotación para retroceder el tiempo y salvarla de la tragedia. El profesor lo miró con cara de “esto pasa solo en las películas” pero no dijo nada.
Otro compañero, pretendiendo ser más serio, afirmó en tono solemne que el pasado es inmodificable mientras que el futuro se nos presenta como una hoja en blanco y es allí donde debemos escribir nosotros nuestra propia historia.
El profesor permaneció unos segundos en silencio, sacó un libro y nos leyó unos pasajes del rabino Joseph Soloveitchik (Rusia 1903 – Estados Unidos 1993) - uno de los grandes pensadores judíos del siglo XX - en donde hablaba del concepto del arrepentimiento como modificador del pasado y luego resumió: Los hechos en si son inmodificables pero su interpretación les va confiriendo nuevos significados. Los actos del pasado no cambian, pero la forma en que los comprendemos si se va modificando y de esta forma somos capaces de cambiar el pasado.
Pasaron los años y aquella enseñanza quedó grabada en mis pensamientos.
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Las experiencias de vida, tanto personales como en mi labor pastoral, no hicieron más que reafirmar esa concepción que coloca en el presente la posibilidad de dar significado al pasado.
Efectivamente es nuestro presente el que da perspectiva al pasado. Eso vale tanto para cada uno de nosotros como individuos como para la sociedad como un todo. Lo que hacemos hoy da sentido al pasado, así como el impacto de nuestras decisiones actuales dependerán de como actuemos en el futuro.
En ese sentido, la responsabilidad por nuestras acciones trasciende la propia experiencia en dos direcciones: Da significado al pasado y condiciona el futuro. Más allá de nuestras convicciones sobre lo que ocurre después de la muerte, debemos asumir nuestro paso por este mundo siendo conscientes de que lo que hacemos se refleja hacia atrás y hacia adelante en el relato de nuestras vidas.
Por medio de nuestras decisiones y de nuestras acciones, aspiremos a ser constructores de una vida que honre nuestro pasado y siente las bases de un futuro promisorio para quienes vienen detrás.



